O

4.7K 591 214
                                    

Después de tanto tiempo que llevo aquí pude confirmar lo que me contó en su momento la señora.

Los Tanat por muy poderosos eran muy desafortunados.

Era una ley en su sangre. Entre más poderoso, más amado, más brillante; Mayor sería el dolor que tendría que soportar.

Como aquella Omega de la línea imperial, que tubo que perder a su pareja destinada antes de que naciera su bebé.

Me temo que la hija de la señora nació bajo una buena estrella. Pero haré lo posible para que la señorita Merry no sufra.

Marelyne Plitseskaya.
Casa de los Tanat.

Sebastian Lore había llegado a la mansión Tanat cuando tenía diez años de edad, aún recordaba ese día tan claro como el agua. Su padre fue en vida un gran amigo y trabajador del antiguo señor Tanat, en el momento de su muerte ningún familiar quiso ayudar a su familia, a Sebastián en especial porque ya lo consideraban vendido con los Tanat.

Una hermosa mujer con vestido negro bajo de una camioneta en el funeral. Apariencia joven de cabello negro atado en una coleta media y ojos cubiertos por unos lentes oscuros.

Recuerda las uñas de su madre clavarse en la suave piel de sus hombros.  La mujer se acercó a su madre; Feroces ojos del color de la sangre los miraron.

Esta era Merry Tanat, la única hija (legítima) de los Tanat. También era la que su madre llamo arpía venenosa cuando nadie escuchaba.

— Catalina siento mucho lo que está pasando, Eduardo era como un hermano para mí— La hermosa mujer tenia una voz sedosa y algo ronca— No me quiero imaginar el dolor que debes de sentir.

Su mamá le apretó un poco más fuerte el hombro— Si señora Tanat, es una pena muy grande lo que sentimos el día de hoy— Los ojos de la mujer brillaron por unos momentos dorados.

— Querida puedes llamarme Merry, no hay necesidad de formalismo después de años en los que tú marido trabajo para nosotros— La madame les dio una sonrisa de lado que dejó ver sus afilados colmillos— Conocí a tu marido desde que nací, las reglas ya no aplicaron en nosotros.

Palabras amistosas que salieron de la boca de un depredador, de un líder nato.

Palabras que su madre no acepto.

— Sin embargo mi marido ya no está señora Tanat, la amistad a la que usted se refiere solo llegaba a mi marido, no a nosotros— Pero la hermosa mujer lejos de enojarse solo sonrió aún más.

— Comprendo. Aún así puedes llamarme para cualquier cosa que necesiten, por la amistad que tuve con Eduardo— La señora no se retiró, pero se mantuvo alejada de los familiares y amigos cercanos.

Sebastian no lo sabía pero su madre le diría luego la verdadera razón de la llegada de Merry Tanat. Iba para reafirmar la lealtad de su familia a con los Tanat.

Pero Sebastián se quedó solo en el funeral, su madre había ido a ver unas tías de la familia que estaban llorando y lo había dejado. Sebastian no pudo evitar su curiosidad y miró hacia la señora Tanat.

Ahí estaba tomando agua, protegida por dos guardaespaldas que miraban a todos lados. A Sebastián no le pareció justo que la madame estuviera allí sola, sin que nadie le hablara; No cuando su padre siempre hablaba de lo bien que lo había tratado la familia Tanat.

Asi que respirando profundamente se acercó con nervios a la señora Tanat — Buenas tardes señora Tanat— Fue un saludo corto pero educado.

— Buenas tardes cariño, ¿Sebastian verdad?— Y así fue como Sebastián cayó ante ella, ante esa sonrisa.

El Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora