Cielo

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Entonces vi con mis propios ojos algo que solo los doctores o los mismos Tanat pueden ver; Vi nacer a un Tanat puro.

No me malentiendan, todos en esa familia son de noble descendencia, hijos de grandes líneas de sangre, sin embargo… jamás había visto un Tanat puro; Omega quien es hijo de omega y nieto de omega, una línea sin interrupciones.

Este era un evento sin igual entre la familia Tanat, un caso así era celebrado por días, los cachorros puros eran venerados y tratados como si de la misma realeza se tratara.

Nacer omega, era en si la presentación, pues la familia Tanat tenía una fuerte tradición, que en la vida naces tres veces.

Cuando llegas al mundo.

Cuando conoces tu segundo género.

Y

Cuando por fin te haces uno con tu lobo.

Yo estoy aquí, sosteniendo entre mis brazos a una pequeña Tanat, quien apenas a tenido su presentación como Omega pura; pero no hay razón para celebrar, no cuando su madre yace muerta a un lado de nosotros.

Los Tanat tienen también un famoso dicho… Entre más .//..// más.///// Si un Tanat tenía///././ Sería inservible en la vida y terminaría././././

Autor Sarah.
Año Desconocido.
Lugar Desconocido.
“Memorias de un amigo”

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Katsuki no llego esa tarde a su casa, se paseo por las calles cerca de la cafetería mirando a las personas caminar y a los pájaros volar. Perdió el tiempo en cosas que desde que era un niño ya no hacia, respiro profundo cuando doblo la calle que lo llevaba a su casa.

Adiós paz y tranquilidad.

En cuanto estuvo con los pies enfrente de su puerta sintió antes de ver la furia de su madre; Mitsuki abrió la puerta de la casa con un rostro deformado por la irá, el aroma a canela era tan fuerte que picaba la nariz de Katsuki.

Arde.

Katsuki estuvo de acuerdo con su omega interno, ardía el oler a su madre, tanto así que casi le daban ganas de toser o estornudar por ese aroma.

—¿¡ Dónde estabas!? Tenemos horas buscándote hasta debajo de las piedras— Lo tomo del brazo para meterlo con fuerza a la casa — ¿Crees que te mandas solo acaso? — Katsuki no respondía nada, su rostro en blanco y sus ojos ocultando todo— ¡RESPONDE DE UNA PUTA VEZ!

— Mitsuki por favor, no le grites a Katsuki— Pidió Masaru, pero su petición llegó a oídos sordos.

— ¡CON UNA CHINGADA, RESPONDE!— Masaru volteaba de un lado a otro tratando de parar a Mitsuki y haciendo señas para que Katsuki hablara.

Pero Katsuki solo estaba agarrando a su lobo, ese que estaba aullando y gruñendo a su madre, por qué el aroma a canela les estaba causando malestar en la nariz, estaban buscando desesperadamente ese dulce aroma a cerezos.

— Mitsuki ya basta, estás soltando muchas feromonas, Mitsuki— Pero está seguía sin hacerle caso, Masaru la iba a dejar ser hasta que vio los ojos de Katsuki, quien tenía pequeñas lágrimas en sus pestañas mientras las uñas de Mitsuki se clavan en la piel de Katsuki.

El Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora