El niño con zapatos de tacón~. AU [Larry Stylinson]

✘Capítulo 9|| "Besos sabor chocolate."

❝¿Quien podría ser mejor? Contigo sale el sol. Sazonas mi interior. Siempre se derrite el corazon tan solo con una mirada. Son tus besos, es tu voz, que tienen mi alma enagenada. Nuestro amor sabe a chocolate, un corazón de bombón que late. Nuestro amor sabe a chocolate... oh oh oh oh oh.❞—Chocolate; Jesse & Joy.

(Importante leer nota final, por favor. Cap sin editar, disculpen los errores)

—Hay dos cosas mejor que las palabras para educar: paciencia y amor. Así como también hay algo mejor que las palabras para brindar paciencia y amor.

—¡Vaya! Es algo muy sabio para tener la edad que tiene, ¿once?—Gemma asintió con un movimiento de su cabeza—. Es un niño bastante…

—Maduro, lo sé—murmuró la menor sin dejar de desviar su vista de la ventana—. Pero hay algo que en serio me sorprende, mamá. Dime tú, ¿Cuándo Harry se comportó de esa forma con otro niño?

—Piensa que también no se sociabilizaba muy seguido así. No tenía a alguien presente con él cada día para poder jugar o compartir.

—¿Y que me dices de las veces que le hemos llevado a la guardería?—Anne calló—. Las mismas maestras del lugar te decían que él no hablaba con nadie, que se mantenía en una esquina jugando con sus pies totalmente solo. Ahora llegó Louis, y no hace una mes, hace una semana; y desde el primer día se comporta así con él. ¡Es más! ¡No te das una idea de cómo se acercó a él para sentir los latidos de su corazón!

Madre e hija se encontraban junto a la ventana apreciando el jardín trasero de la casa; allí se encontraban Louis y Harry jugando uno con el otro entre las flores y frutos silvestres cultivados en el lugar. Gemma se apartó de su lugar frente a la ventana sin volver a dirigirle la palabra a su madre; y Anne, por su parte, no hizo más que permanecer en donde estaba.

La menor le había hablado a su madre sobre todo lo sucedido esa tarde y los últimos días con Louis, y detestaba el hecho de que ella no fuese capaz de darse cuenta del progreso que estaba teniendo Harry con su timidez junto a Louis. Aquella semana le había hablado, han compartidos juegos, y por sobre todas las cosas que le ha expresado su propio cariño. ¿Por que su madre no quería aceptar el hecho de que Harry tenía una personalidad distinta al encontrarse con el de ojos azules?

Sin volver a hablarle, se dirigió hacia el patio trasero observando frente a sus ojos los juegos entre ambos niños. Esperaba que Anne se acercara a ella, pero sus plegarías no fueron escuchadas. Sentada en una silla a un lado de la puerta trasera, se dispuso a observarlos con una sonrisa en su rostro.

Miraba a ambos niños con atención, tanto Harry como Louis se encontraban sentados junto a las rosas con diversión, sonrió, sabía que al menor de todos le encantaba por sobre todas las cosas jugar entre o con las flores del jardín, y le causaba gracia ver en el rostro del ojiazul la paciencia dibujada en él. Rió con levedad, desvió su vista hacia la ventana, donde respectivamente se encontraba su madre, y alzó una de sus cejas obteniendo la razón, ya que Harry de verdad se comportaba distinto al encontrarse junto a Louis, quien desde el primer momento, obtuvo la confianza de él.

Anne no sabía si dejarse llevar por las palabras de su primogénita, la sonrisa de su hijo menor, o la dulzura que emanaban ambos niños al encontrarse juntos uno con el otro al jugar. No entendía nada, le era difícil de asimilar cada una de esas nuevas ideas, ya que ¿Cómo un niño autista de ocho años puede tomar tanta confianza en otro siendo tan tímido y precavido? ¿Por que Harry tenía aquella sonrisa y hoyuelos tan resplandecientes? ¿Por qué ambos se veían tan felices?

Todo era muy complicado, y no se trataba de referirse solo a las opiniones de madre e hija juntas, los sentimientos de ambos niños también era de igual de complicado. Por un lado estaba Harry, quien perdidamente se sentía en cierto modo, atraído por el niño de ojos azules; y por otro estaba Louis, quien locamente se encontraba enamorado y perdido en todas y cada una de las pequeñas migajas que tenía la ternura y timidez del pequeño de rizos de chocolate.