Poner el rap cuando se de el aviso (*)
《Los golpes a Fushiguro, la furia de Yumiko, la paliza a Sukuna y la muerte de Itadori Parte II》
Si, la necromancia era mi poder maldito, aquel que me daba tantas ventajas como desventajas (aunque más que nada eran ventajas). Desde que lo desperté... Le tuve miedo y con el tiempo llegue incluso a odiarlo, aquel poder que me permite tantas cosas, entre ellas, manipular cadáveres/a los muertos, burlar a la muerte, ser capaz de ver, oír e interactuar con espíritus. No es un poder que me gustará, pero siendo estos últimos mis únicos amigos, no iba a críticarlos o juzgarlos como lo hicieron conmigo, ellos no eligieron morir, fue la muerte quien decidió que era hora de acecharlos y llevarlos al otro lado. El odio hacia mi poder es algo inevitable y entendible (o al menos es lo que creo), puedo burlar a la muerte como si nada, pero hacer que otros la burlen es muy difícil... me es difícil burlar la muerte de otros, es tal la dificultad que solo hay un 50% de probabilidades de burlar a la muerte, esa probabilidad disminuye a un 25% con la muerte presente, porque si, la muerte tarda en llegar a buscar las almas de los que mueren, no es como si una sola persona muriese por día, eran varias, de no ser por eso, no podría burlar más que mi propia muerte; no me apetece hacer algún trato con la muerte ni cumplir con sus requisitos por salvar a los demás, para eso, directamente evito su daño crítico y ya, por supuesto que si no puedo evitar el daño crítico y burlar a la muerte no sirve, cumpliré con los requisitos y haré el trato (a regañadientes, pero lo haré al fin y al cabo).
Sin embargo, el odio que siento hacía mi poder maldito no es sólo por eso, lo uso demasiado, si, pero no es por gusto... Si hubiera sido fuerte en el pasado... Aquella persona... No habría tenido que dar su vida por mi... Si hubiera sabido burlar a la muerte en ese entonces... Él posiblemente se habría salvado...
Pero él ya está muerto, los tiempos cambiaron... Y lo que está delante de mi, es una maldición usurpando el cuerpo de un adolescente. Adolescente al que iba a salvar, sin importar lo que tuviera que hacer.
Sukuna y yo seguimos peleando, pero a pura pelea cuerpo a cuerpo, a lo sumo recubriamos nuestros golpes con energía maldita y nos curabamos las heridas ocasionadas por el contrario (esto último lo hacía más que nada (por no decir solo) la maldición debido a que no lograba tocarme). Sukuna no parecía darse cuenta, pero a medida que las heridas que yo le hacia se curaban, el pecho de Itadori también sanaba.
Un puñetazo por la izquierda, otro por la derecha, un gancho con la izquierda y una patada de talón desde arriba, fue suficiente para estrellar a la maldición contra el suelo, sin darle tiempo a terminar de levantarse, me acerque y pise su espalda con fuerza, estrellandolo (por sexta o séptima vez) contra el suelo, creando un pequeño cráter y rompiendole algunos huesos, como la columna y un par de costillas. Sukuna volvió a curar su cuerpo, curando un poco más el pecho del menor, pero sin llegar a sanar ni siquiera la mitad.
– ¡¿Qué esperas?! ¡Dale con la silla! - dijo la de ojos heterocromaticos incitandome a pegarle a aquella maldición con un "arma" que yo no tenía.
– Yuna... Yo no tengo ninguna silla a mano... - pensé con calma mientras me centraba en mantener a Sukuna debajo de mi pie en lo que sus heridas (incluyendo el corazón) se curaban.
– ¡¿Y eso que?! ¡Puedes crear una silla de huesos! - exclamó la peliroja, estaba muy entusiasmada por ver como doblegaba a el rey de las maldiciones. No la culpo, yo también quería ver por cuanto tiempo más seguía sin doblegarse ante mi o si no lo lograba doblegar para cuando mi cuerpo llegará a su límite, porque yo era una de las mejores hechiceras, podía mejorar todas mis capacidades físicas con mi energía maldita, pero incluso cuando duplicaba mis habilidades físicas, era muy claro para mi, el hecho de carecer de resistencia. Incluso si iba con todo de una, lo más probable es que dure así unos 15 o 20 minutos.
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Mi Mayor Problema |Jujutsu Kaisen|
FanfictionCuando era niña empecé a ver cosas que otros no... Para evitar que los demás se alejen, fingía no verlos. Pero aquello que veía me ataco años después... Y se perdió una vida... La vida de un ser cercano... Para evitar sentir el dolor de más pérdidas...