Capítulo 4

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Las misiones de Yumiko, la tercera alumna de primer año y el inicio de una broma

Detuve mi andar, mirando frente a mi, tanto al espíritu que me guió, como a lo que parecía ser un hospital abandonado. El espíritu (que era el mismo que me había avisado del mensaje en mi teléfono) se giró a verme y después de eso, camino hasta mi y me atravesó, entrando de forma automática dentro de mi dominio, que si bien no estaba abierto/activado tampoco estaba cerrado/desactivado.

Podía sentir las diferentes energías malditas y debía admitir que no eran maldiciones débiles, sumado a eso, junto a esas maldiciones yacía una de un grado especial, no tendría ningún problema en acabar con ellas, pero debido a la cantidad, tomaría algo de tiempo.

- Por fin algo de acción, mi alma ya lo necesitaba. - dijo con un deje de emoción en su voz la peliroja.

- Tú siempre necesitas algo de acción, Yuna. - pensé divertida, porque si, no nos llevábamos tan mal a pesar de todo por eso solíamos estar en paz (por lo menos hasta que tuviéramos algún desacuerdo o a Yuna le saliera lo pervertida).

Pensé mientras volvía a caminar y mientras hacía eso, extendí mi energía maldita por mi alrededor, no hasta tan lejos, era hasta tres pasos de distancia, creando huesos con esta, los cuales se encontraban apuntando en todas las direcciones (como un cuerpo espín, solo que yo no tenía que hacerme bolita), sin dejar ningún punto ciego a la vista, los cuales se mantenían en el aire y eran rodeados por un poco de mi energía maldita, la cual era de tono celeste casi blanco.

En cuanto me adentre (aún con los huesos a mi alrededor), maldiciones de tercer grado se lanzaron a atacarme, pero con solo un movimiento de mi mano los huesos que se encontraban en frente mío se movieron con velocidad, cortando a las maldiciones y a su vez, en cuanto los huesos se movieron para atacar a las maldiciones, nuevos huesos aparecieron para protegerme. Increíble, ¿no? Y eso que no es la única cosa que mi poder maldito me permite hacer, de hecho, esta "armadura" me la cree en base a la 'defensa' de Satoru, si, ese espacio que impide que me acerque lo suficiente como para golpearlo cuando me hace enojar, aunque en realidad lo único que hace es disminuir la velocidad cuanto más se acerca la otra persona. Miré como las maldiciones se desvanecían y queriendo acabar rápido con esto (a sabiendas de que mañana llegaba la tercera alumna de primer año), comencé a mover mis brazos, manos y dedos, controlando la velocidad y trayectoria de los huesos (los cuales eran húmeros y fémurs, con una punta bien afilada cada uno), siempre teniendo cuidado con las paredes, pisos, puertas, techo y lo que quedaba de las ventanas, reduciendo drásticamente el número de maldiciones en cuestión de segundos, claro que esto no mataría de una a la maldición de grado especial, o bueno, lo mataría si hubiera puesto más energía maldita, pero hay una persona que no conoce la paciencia y que quiere (puede y tiene que) acabar con la maldición de grado especial, por mi, puede cargarselos a todos, pero ya me a dejado en claro en más de una ocasión que no le gusta enfrentarse a seres demasiado débiles, como era el caso de las maldiciones de segundo y tercer grado. En lo que manipulaba los huesos una maldición trato de deborarme, importandole poco mi defensa, ¿es un poco obvio como acabo, no? En cuanto habrió la boca para engullirme (porque era enorme, parecía un enorme gusano con boca), miles de agujeros se formaron en su cuerpo, tanto por los huesos que me cubrían como por los que yo manipulaba. Saque en un movimiento rápido y brusco los huesos que manipulaba y se los volví a encajar e hice Crecer y endurecer los huesos que me rodeaban más de lo que ya eran, de igual forma hice que los mismos comenzarán a girar cual ruleta o sierra eléctrica a mi alrededor, mamchandome con salpicaduras de su sangre en el proceso. De forma sorprendente, aún viva y consciente (pero moribunda), la maldición se alejó asustada, la misma sabía que no debía enfrentarse a mi (podía notarlo en sus pequeños y casi inexistentes ojos), pero aun así lo había hecho. Antes de que yo pudiera exorcizarla, la maldición fue herida de grabedad por la maldición de grado especial. Pude acabar con esto en un abrir y cerrar de ojos, pero perdí en el piedra, papel o tijeras con Yuna, y, por ende, ella es quien debe encargarse de la maldición de grado especial.

Mi Mayor Problema |Jujutsu Kaisen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora