Capítulo 1

486 27 24
                                    

La reencarnación de Ryumen Sukuna, el rey de las maldiciones

Una mujer de mirada indiferente, porte elegante y caminar tranquilo, volvía de una misión que se le asignó hacía poco más de un par de horas. Lastimosamente (para ella) se encontró con uno de sus colegas comprando kikufuku, antes de que la viera, dio media vuelta, dispuesta a irse, pero incluso si no la había visto, estaba más que segura de que ya había sentido su energía maldita, era Gojo Satoru de quien estábamos hablando, lo raro sería que no la hubiera sentido.

Justo cuando iba a empezar a caminar hoyó como el mismo la llamaba por su nombre, bueno, más bien, como solía llamarla para molestarla, aunque ya no lo consiguiera en realidad...

– ¡Hey, Yu-chan!... ¡Yu-chan, no me ignores! ¡Sé que me oyes! ¡Oye, Yu-chan~!

lo oyó llamarla con ese tono cantarín y alegre, pero (de alguna forma) casual, que tanto odiaba, alargando el último 'chan' que dejó salir de sus labios, y, aun así, empezó a caminar de vuelta por donde vino, más, sin embargo, esto no duro mucho, ya que para su desgracia, el peliblanco pasó uno de sus brazos por encima de sus hombros. Si, demasiada confianza se tomaba aquel hombre, ¿es qué no se daba cuenta que no lo soportaba o lo hacía a propósito para fastidiarla? No le importaba eso ahora mismo, ¿cómo había llegado a su lado tan rápido? Pregunta absurda, ya que, primero: se encontraban a un par de metros de distancia y segundo: el albino era alto, en pocas palabras, tenía piernas largas...

De todas formas, conociéndolo no estaría solo por turismo, o bueno, más bien confiaba en que por lo menos esta vez no estuviese ahí precisamente por turismo, porque incluso con la actitud que mostraba a los demás para ella estaba más que claro lo inteligente que ese hombre era (los demás claro que lo sabían, solo que ella no lo reconocía abiertamente, como todo lo 'bueno' que tenía el de ojos azules), pero incluso si no lo reconocía abiertamente, ella confiaba ciegamente en él, le era leal y eso, solo la irritaba más, porque estaba segura que él sabía cuanta confianza ella le tenía, no por nada recurría a ella para casos extremos y especiales.

– ¿Y ahora qué quieres, Satoru? - pregunto de mala gana, pero con un tono aburrido casi de fastidio.

– O vamos Yu-chan, no porque te hable significa que quiera pedirte algo. - dijo mientras posaba un brazo por sobre sus hombros con aquel tono juguetón que a veces la hace cuestionarse si en realidad lo odia o solo es una excusa para ocultar lo que en realidad siente.

– De ti me puedo esperar cualquier cosa... Además, ¿podrías soltarme? Invades mi espacio personal. - soltó con un tono tranquilo, pero mirándolo con los ojos entrecerrados con notable desconfianza.

– Hieres mis sentimientos Yu-chan, esto realmente no me lo esperaba de ti. - dijo mientras al mismo tiempo llevaba su mano libre a su pecho dramáticamente para seguido a eso atraer aun más a la joven hacía él con el brazo que la rodeaba y continuar hablando. – Además, sabes tan bien como yo, que no te disgusta para nada tenerme cerca. - hablo está vez en el oído de la chica, con un tono que a la misma le pareció hipnótico y sexy, sobretodo sexy, aunque quizá jamás lo admitiría. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la azabache al sentir el aliento del mismo en su oído, junto con un pequeño y casi imperceptible sonrojo y no pudo evitar sentirse nerviosa y pequeñita.

Tiene una vos muy sexy... - dijo en la mente de la pelinegra una vos con un tono profundo y bajo, aunque se notaba que era una vos femenina y como la misma casi ronronea al final de la oración. – Cállate y vuelve a la oscuridad de la que saliste. - hablo en su mente con un tono autoritario y frío, no oyendo ninguna respuesta, volvió a la realidad, y, dándose cuenta de la situación, respondió como pudo.

Mi Mayor Problema |Jujutsu Kaisen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora