CAPÍTULO 9

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Elsa le dirigió una mirada interrogante.

—¿Qué hacemos aquí?.

—Buscamos un lugar seguro en el que puedas instalarte —respondió él con tranquilidad, y se puso en marcha.

—¡Espera! —Le tironeó de la chaqueta—. ¡No puedo quedarme aquí!

Jackson se detuvo y lanzó un suspiro. Sabía que aquel momento llegaría. Se armó de paciencia y la miró a los ojos. Esperaba que ella comprendiera el porque de aquella situación.

—Es perfecto, nadie podrá imaginarse jamás que tú estás aquí; es precisamente lo que necesitamos.

Elsa sabía que los argumentos que Jackson le estaba dando eran válidos, pero en su cabeza no lograba concebir que él y ella pudieran llegar a convivir bajo el mismo techo; mucho menos después de lo que había sucedido en la habitación de su casa. Era simple, no podía aceptar.

—No puedo; no puedo vivir aquí contigo —dijo por fin.

—¿Por qué no? —preguntó él mientras dejaba la maleta en el suelo—. Es un lugar que no llama mucho la atención; hay suficiente espacio para que podamos convivir sin ningún problema y, además, a Pongo le encantará tener un poco de compañía femenina.
Elsa frunció el ceño.

—¿Pongo?

—Sí, ya lo conocerás —dijo y sonrió de oreja a oreja—. Subamos y discutamos el asunto mientras comemos algo. No sé tú, pero yo vengo hambriento.

Volvió a recoger la maleta y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio mientras Elsa continuaba de pie en el mismo lugar. Aquello no podía estar sucediendo, debía hallar una solución y marcharse cuanto antes.

—¿Piensas quedarte ahí mucho tiempo? —le preguntó él mientras entraba.

Elsa se cruzó de brazos para contrarrestar la rabia que estaba sintiendo. Había aceptado ayudarle y dejar que le buscara un lugar donde quedarse por su propia seguridad, pero nunca había esperado que él la llevara a su casa. Podría haberse quedado atornillada allí hasta que el sol que caía directamente sobre su cabeza terminase por asarla y demostrarle así que no estaba de acuerdo con lo que pretendía hacer; sin embargo, sospechaba que él era capaz de dejarla allí; sabía que tarde o temprano, acabaría por ceder. Comenzó a avanzar pesadamente hacia él y cuando lo alcanzó junto a la puerta Jackson se mordió el labio inferior para contener la risa.

—Qué bueno que hayas comprendido lo que es mejor para ti.

Cuando Elsa lo miró, sus ojos celestes despedían chispas de cólera.

—Todavía no está dicha la última palabra —respondió secamente.

Caminaron hasta un montacargas enorme que funcionaba como ascensor y él le cedió el paso. Ella entró y se recostó contra la pared en el lado opuesto a Jackson. Tenía la vista clavada en el techo y evitó tener contacto visual con él en todo momento. Segundos después, el ascensor se detuvo y Jackson salió primero. Elsa echó un vistazo al pasillo, aquel lugar parecía demasiado solitario.

—¿Hay otros inquilinos aparte de ti y del tal Pongo?  —preguntó mientras caminaba detrás de él. 

—Solo hay cuatro lofts en el edificio, solo tres están habitados. Te van a encantar mis vecinos. —Se detuvo y le señaló una de las dos puertas que había en aquel pasillo—. Allí viven Tiana y Naveen, con la pequeña Evelyn; en el tercer piso, viven el señor y la señora Fredricksen y sus cinco gatos. Ya irás conociéndolos a todos.

Según sus palabras Jackson esperaba realmente que aceptara quedarse en aquel lugar. Sería mejor hablar en serio con él y hacerle entender que aquello no era más que una locura.

Nomeolvides (Adaptación JELSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora