CAPÍTULO 22

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La sala de espera del consultorio del doctor Sherman estaba vacía cuando Jackson y Elsa llegaron aquella mañana, quince minutos antes de su cita.

El psicólogo les había hablado por un intercomunicador y les había hecho pasar, no sin antes pedirles que aguardaran un instante.

Elsa se sentó en una silla y Jackson prefirió quedarse de pie a su lado. Estaba nerviosa; sin embargo, saber que él estaba con ella había disipado los temores que siempre había tenido ante la idea de someterse a un tratamiento de hipnosis.

Un par de minutos después, el hombre los convocó a su consulta. Caminaron por un estrecho pasillo y se detuvieron frente a una puerta de madera en la que se podía leer en un letrero de bronce: « Philip Sherman. Doctor en Psicología.»

—Pasen.

Elsa entró primero, seguida de cerca por Jackson. El doctor Sherman se levantó de su silla al verlos entrar y se acercó a ellos.

—Detective Frost, señorita Jenssen —saludó y extendió la mano—. Bienvenidos.

Elsa notó que había mencionado el apellido que había adoptado después de su secuestro.

—Gracias, doctor Sherman —respondió Elsa y estrechó su mano.

—Doctor —saludó Jackson y echó un vistazo al lugar. Había un gran ventanal que daba a la calle, pero las cortinas estaban corridas y dejaban el consultorio sumido en medio de la penumbra.

—Vengan por aquí. —Los condujo hacia un sector apartado donde había un cómodo diván y una poltrona ubicada justo enfrente.

—Siéntese, señorita Jenssen.

—Elsa, por favor. —No se acostumbraba a que la llamaran así.

El doctor Sherman le sonrió mientras sus ojos, ocultos detrás de sus gafas, la observaban con atención.

—¿Puede Jackson quedarse conmigo durante la sesión de hipnosis? —quiso saber antes de aceptar definitivamente.

—No es lo habitual, pero dadas las circunstancias de su caso, creo que no hay ningún inconveniente. Solo deberá guardar absoluto silencio — subrayó y se dirigió a él.

—No se preocupe, le prometo que ni siquiera se notará que estoy aquí —dijo mientras se sentaba en una de las esquinas del diván.

Elsa se sentó a su lado y el doctor Sherman le pidió, entonces, que se recostara y cerrara los ojos.

—Sé que prometí permanecer en silencio pero ¿puedo sostener su mano mientras usted la hipnotiza?

Philip Sherman suspiró resignado.

—Supongo que tampoco será un inconveniente.

Elsa le sonrió y buscó su mano antes de cerrar los ojos.

—¿Está nerviosa?

Elsa asintió con un leve movimiento de cabeza.

—Lo primero que debe hacer es tratar de relajarse. La hipnosis es solo una herramienta para que los pacientes recuerden incidentes por mucho tiempo olvidados. No encierra misterio alguno y no debe causarle ningún temor; solo se encontrará en un estado de concentración enfocada —comenzó a hablar más pausado—. Su cuerpo, lentamente, se irá relajando y su memoria se agudizará. Quiero que comience a respirar muy profundamente, con cada exhalación liberará la tensión y la ansiedad acumuladas.

Jackson observaba con atención sin soltar la mano de Elsa.

—Concéntrese en cada músculo de su cuerpo. —Su voz se había tornado más grave—. Relaje su rostro, afloje la mandíbula, descienda por los músculos del cuello, luego sus hombros y brazos. Pase por su espalda y su estómago y siga hasta sus piernas, como si su cuerpo se estuviese hundiendo en el diván.

Nomeolvides (Adaptación JELSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora