CAPÍTULO 15

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Elsa bajó hasta el segundo piso y, cuando la puerta del montacargas se abrió, Astrid Hofferson caminaba hacia el loft de Jackson.

—Detective Hofferson —la llamó—. Acabo de verla por la ventana.

Astrid alzó las cejas.

—¿Desde dónde me has visto?

—Desde el tercer piso. —Notó el desconcierto en el rostro de la mujer —. Tengo mi taller de pintura allí —explicó.

—¿De veras?

Elsa asintió mientras caminaba hacia la puerta.

—Jackson ha alquilado el lugar para mí. —Se volvió para mirarla—. Pase.

Astrid entró. Seguía más sorprendida que antes; Jackson no le había mencionado nada al respecto. Se preguntó cuántas cosas más había preferido callar su compañero.

—Busco a Jackson.

—No está —respondió Elsa—. Esta mañana me ha dicho que tenía  una reunión importante y que no regresaría hasta la noche. Creía que estaría con usted.

—No, no ha aparecido por la comisaría y no he podido localizarlo; por eso he venido hasta aquí. —Echó un vistazo al interior de la vivienda.

—¿Es extraño, no cree?

Astrid estaba de acuerdo con Elsa y comenzaba a preocuparse, Jackson no era la clase de persona que desaparecía y no decía nada de su paradero.

—¿No te ha dicho dónde estaría?

—No, solo que tenía una reunión; he deducido que estaría con usted. —Estaba intranquila, la detective le había trasmitido su preocupación.

—Puedes tutearme, Elsa —le dijo—. Después de todo tenemos casi la misma edad.

Elsa esbozó una tibia sonrisa, no se atrevió a decirle que prefería guardar un poco de distancia con ella.

—¿Quiere... quieres tomar algo? —Caminó hacia la cocina—. Puedo preparar un poco de café.

—Me encantaría —contestó mientras la seguía de cerca.

Elsa preparó dos tazas de café y las colocó sobre la encimera. Se quedaron en silencio sin saber qué decir; la tensión entre ellas era evidente. Elsa no podía imaginarse de qué podían conversar. Era obvio  que tenían un tema en común y ese era Jackson Frost, pero no estaba dispuesta a discutir ese asunto con ella. La observó mientras se ponía dos cucharadas de azúcar y revolvía su café con lentitud. De pronto, Astrid Hofferson levantó los ojos y Elsa notó su mirada inquisidora.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Elsa se encogió de hombros.

—Supongo que sí, tú eres la policía aquí.

—¿Qué tienes en contra de mí?

Elsa se atragantó con el café caliente.

—¿Perdón?

—Has entendido muy bien la pregunta, Elsa —dijo con tranquilidad —. Sé que no te caigo muy bien y quisiera saber el motivo.

Elsa dejó la taza encima del plato y buscó en su mente una respuesta convincente a aquella pregunta, aunque sabía que Astrid obtendría de ella la verdad. Después de todo, era policía y sabía hacer muy bien su trabajo.

—No es así. —Hizo una pausa mientras pensaba lo que estaba a punto de decir—. Estaba convencida de que era yo la que no te caía bien a ti.

Nomeolvides (Adaptación JELSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora