Capítulo 7 [Sin Corregir]

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Una vez que el letargio del sueño me abandonó, lo único admirable que hice fue levantar las piernas hasta que me quite la cobija dejando paso libre a que el aire frio de Forks me recorra las piernas envueltas en un pantalon de lana de perritos y una mullida blusa negra de manga largo. El fresco que me recorrió al segundo que me deshice del cobertor me aseguró dos cosas, la primera era que ya era hora de levantarme, la segunda, que Valeria se enojaría con-quien-fuera dejó la ventana abierta en la madrugada.

Bostece contra mi almohada. Mejor que no se enterara que fui yo.

A tientas busque el celular que había permanecido callado durante toda la noche, pero noup, ningún mensaje de Bruno todavía, sin importar el revisar mi conexión a Wifi o la palomita intacta, gris, solitaria que retenía mi último mensaje.

'¿Llegaste bien a casa?' había escrito. Aunque Seth me lo había dicho que estaba sano y salvo en su casa, en una llamada rápida al trabajo (el único medio que mi padre dejo para comunicarme con él, después de mi chistecito en la cocina) todavía no estaba tranquila sin el mismo Bruno diciéndolo en persona.
Suspire largamente, el reloj marcaba las siete de la mañana con treintaiocho minutos, ¿seria demasiado temprano para una visita?

Lo pensé un minuto. Nah, creo que no.

Me calce las pantunflas de perrito (a conjunto con mi pantalon) directo a la ducha, a la cocina por un almuerzo rápido, pero justo cuando abría la puerta un gruñido desde arriba de las escaleras me detuvo en seco.

-Papa- salude alegramente-, que bonito verte despierto tan temprano.

Mi padre, un metro noventa de puro músculo, amor, y muchos gruñidos estaba mirándome descontento. No me respondió. Señalo donde residían todas las llaves y al sillón en segundo lugar. Lo entendí. Su mirada aclamaba 'quiero que dejes esas llaves en su sitio, señorita, y sientate ahora mismo'.

Lo obedecí ciegamente; la noche anterior, al llegar de su turno solo tuvo tiempo de arrojarme unos regaños, pero por su expresión ahora mismo bien podría aumentar mi castigo por más tiempo.

-Lo que hiciste ayer estuvo mal. -su tono severo me hizo pequeñita en el sillón; tenía cinco en vez de diecinueve.

-Perdón- agache la mirada.

-No hay perdón que valga, Nessa, no esta vez.

-¿A que te refieres con 'no esta vez?'

-Te peleaste con Embry..

-Siempre peleo con él, o con alguien, no es algo rar- mi padre me fulminó con la mirada. -perdón, no quise interrumpir.

Fui cuidadosamente selectiva con las palabras esta vez, bajando mi tono.

-Como decía, peleaste con Embry, y además, dejaste que te grabaran como si lo que hiciste fuera algo de orgullo. -no dije nada-. ¿ O es que acaso te enorgullece lo que hiciste?

-No, papá, y no me quiero justificar pero Embry empezó golpeó a Seth, después a mi, estaba buscando una reacción, cuando no lo encontró en los mismos recurrió a las palabras, por eso me lance.

-Debes ser mas lista que eso, hija. Aunque hablare con Embry.

-No, dejalo, yo creo que trataba de ayudar. -mi respuesta no le complació hablare con él por mi cuenta.

Nos quedamos en silencio.

-Aunque eso pase, te quedarás dos semanas en la habitación que tenemos desocupada, y, ya que te veo con mucha energía ayudaras a Helena en el gimnasio. Además de la cena todas las noches de los meses que viene.

¿Cocinar? ¿Que? Mi cara debió mostrar el decontento.

-Y lavar los mismos una vez que terminemos.

Snarl Down ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora