Capítulo 6

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—¡¡Elsa!!

Anna corrió enérgicamente hacia su hermana para darle la bienvenida y, nada más llegar hasta ella, la estrujo en un abrazo y se regodeó en sentir cómo ella también la abrazaba. Después del abrazo, alzó la mirada para ver mejor a sus compañeros.

—¡Dios mío! ¿Astrid? ¿Hipo? —Ellos le dieron una sonrisa por respuesta. —¡Estáis muy mayores!

—Lo mismo digo —le contestó Hipo dándole un abrazo.

—Bueno, es que han pasado ya cuatro años —dijo Astrid abrazándola también justo después de su marido.

—Me alegro muchísimo de veros, chicos. ¿Os vais a quedar? ¡¡Esta vez podemos hacer un montón de cosas juntos!! ¡Qué emoción!

Todos rieron ante el entusiasmo de la reina.

—Oh, ¡cuánto lo siento! —dijo entonces dirigiéndose a Hallan—. No me he presentado. Soy Anna, la hermana pequeña de Elsa.

—Reina de Arendelle. Te conozco. Bastante bien, en realidad —dijo Hallan con una sonrisa.

—¿Me conoces? ¿Por qué?

—Anna —habló esta vez Elsa con una pequeña sonrisilla—. Tengo el honor de presentarte al espíritu de los recuerdos: Ahtohallan.

—Espera, ¿qué? ¿Ahtohallan? Quiero decir... ¿el río mágico que te mató? —preguntó Anna desconcertada.

—Hallan para los amigos.

Hallan le ofreció su mano con una sonrisa y Anna, dudosa, respondió con un pequeño apretón.

—Ya sabes, es importante no ir demasiado lejos. Pero creo que aprendió la lección; ahora es mucho más cuidadosa.

—Me alegro de oírlo, pero, ¿por qué la congelaste en primer lugar? —le reprochó Anna.

—A ver, tampoco es que yo la congelase. Toda magia tiene sus límites y ella los sobrepasó. Yo no puedo evitar las consecuencias —le explicó Hallan con una serenidad pasmosa.

—¿Estoy interrumpiendo algo? —se oyó preguntar a Kristoff tras ellos.

—¡Cariño! ¡Mira quién ha venido! —le dijo Anna colgándose de su cuello.

Todos se giraron a verle y el muchacho se encontró cara a cara con tres sonrojados rostros familiares y con una extraña que les miraba con cierta diversión.

—¿Qué pasa? —dijo sin entender a qué venían aquellas caras—. Me alegro de veros, chicos, pero... ¿por qué me estáis mirado así? Es un poquito escalofriante, ¿sabéis?

—Simplemente, te ha salido un gran fan —dijo Hipo sin mover ni un músculo.

—Y otra gran, gran fan —dijo Astrid esta vez.

—No es nada, Kristoff. ¿Cómo te ha ido últimamente? —dijo Elsa tratando de cambiar de tema mientras le daba un abrazo.

—Eh... bien. ¿Y a vosotros? —contestó él tratando de no pensar en lo que acababa de pasar.

—Ah, nosotros... —la duda que quedó reflejada en el tono de Elsa pronto cambió a una seriedad que enfrió el ambiente— nosotros estamos buscando a alguien.

En ese momento oyeron la inconfundible voz de Olaf cruzando los grandes portones del castillo.

—¡Elsa! ¡Has vuelto! ¡Ohhhh! ¡Hipo y Astrid también! ¡Qué maravillosa sorpresa!

Todos le saludaron animadamente y le dedicaron también unas caricias a Sven que llegaba junto a él. Y, apareciendo de repente tras ellos, allí estaba ella, con una genuina y cálida sonrisa.

—¿Tenéis nuevos invitados hoy? —dijo Valka con una leve reverencia—. ¿Sois amigos de Kristoff y Anna? Yo también soy una invitada en el castillo. Me llamo Ondina. Encantada de conoceros.

Hipo y Astrid se quedaron helados.

—Hola, mamá.

El rollo vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora