Capítulo 9

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—¡Mamá!

Hipo corrió hacia ella y la incorporó levemente con todo el cuidado que fue capaz de poner.

—¿Qué te pasa? —dijo acariciando su cara bajo la preocupada mirada de sus compañeros—. Venga, puedo dejarte ir, pero debes estar bien, ¿vale?

Anna fue corriendo a buscar al doctor mientras Astrid, luchando contra sus propias lágrimas, acariciaba incansable la espalda del jefe vikingo. Unos minutos después, para cuando Anna y el doctor estaban llegando hasta ellos, Valka se revolvió en el sitio y abrió lentamente los ojos.

—¿Hipo? —balbuceó ella enfocando poco a poco a su hijo mientras volvía lentamente a la realidad.

Hipo le dedicó una sonrisa.

—No te preocupes, sólo descansa mientras el médico te examina.

—¡Por todos los dioses del Asgard, Hipo! ¡Te quiero! —exclamó ella tremendamente excitada.

—¿Qué? —atinó a decir él mientras sus ojos se abrían de par en par.

—Re... ¡recuerdo!

—¡¿De verdad?! —dijo él aún más emocionado que ella.

—¡¡Sí!!

Valka echó a reír y abrazó fuertemente a su hijo.

—¡Oh, gracias, Odín! —dijo él dejando que un gran suspiro de alivio le invadiese e introduciendo a Astrid en el abrazo.

Anna, eufórica, Abrazó a Kristoff y Elsa y Hallan compartieron una sonrisa de alivio.

Durante los siguientes minutos, el doctor examinó cuidadosamente a Valka.

—Me aventuraría a decir que ha sanado. Lo que quiera que fuese que retenía bloqueados sus recuerdos ha sido resuelto. Enhorabuena, Ondina. Lo has conseguido.

—Valka. Mi nombre es Valka —dijo ella con orgullo—. Y creo que no he sido yo la que lo ha conseguido. Siento que todo lo que necesitaba era el perdón de mi hijo para seguir adelante. Tú me has salvado, Hipo.

—Desde el principio, nunca hubo nada que perdonar —sollozó él—. Bienvenida, mamá.

—Me alegro de estar de vuelta —dijo Valka pasando sus dedos por el alborotado cabello de su hijo.

—¿Soy la única que piensa que esta noche toca fiesta? —dijo Anna entusiasmada—. ¡Vamos, Kristoff! ¡Tenemos mucho que preparar!

—¡Vale, vale! —Kristoff le dio una palmadita en la espalda a Hipo y dejó que Anna le arrastrase por el castillo.

—¡Fiesta! —exclamó Olaf animado yendo tras ellos.

—Valka, quizás sería conveniente que descansases un poco antes de la cena —propuso Elsa sabiendo lo extenuante que estaba siendo todo aquello para ella.

—Sí, creo que tienes razón. Si os parece bien, luego hablamos de qué hacer con el espíritu maligno.

—Después de lo que pasó, ¿todavía quieres enfrentarte a él? —preguntó Elsa sorprendida.

—¡Por supuesto que quiero! Pagará por lo que me hizo y, sobretodo, por lo que le hizo a mi hijo cuando os conocisteis.

—¿Lo sabías?

—¡Claro! Estos dos volvieron de su luna de miel emocionadísimos por la aventura que habían vivido —rio Valka—. Y, ¿sabes?, hablaron maravillas de ti. Eres una mujer muy valiente. Estoy segura de que habrías sido una excelente vikinga.

El rollo vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora