XI -Ya no tienes vida

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Bésame, dame la humedad de tu lengua, de tus labios, haz que tu saliva se confunda con la mía creando el sabor del temperamento

Respire hondo cuando llegamos a lo que parecía ser su casa, era hermosa, grande, moderna. Algo que mis ojos solo habían visto en películas y de vez en cuando pasaba por estos lujosos lugares... aunque eran más en la televisión.

— Esta será tu casa los siguientes seis meses, no puedes salir sin mi permiso...

— Espera... ¿Qué?... eso no me lo menciono Karen — le interrumpí y enseguida me dio una mirada helada que me hizo callar.

— Es la ultima vez que me hablas así. — me tomo de la barbilla apretándome con fuerza — recuerda eres una compra, no tienes más libertad.

— Lo siento — respondí para que me soltara pues me estaba lastimando — no lo volveré a hacer.

— Bien, entonces como te decía — me soltó empujándome que casi me caigo por las escaleras de la entrada — vivirás aquí, mañana te acompañara uno de mis hombres por tu equipaje y para que le des una excusa a tu familia...

Camino rápido y yo tenia que seguirle el paso tratando de que no me dejara atrás memorizando cada una de sus reglas las cuales debo tener muy en cuenta.

— Puedes estar por este lado de la casa — entramos y hay una gran salsa llena de cuadros y adornos, el piso blanco con escaleras en cada lado, la alfombra café combina perfectamente con los jarrones gigantes que tienen en cada lado y justo en el techo un gran candelabro de cristal, sinceramente esta casa es hermosa — de hecho, en casi toda excepto el tercer piso, no respondo si alguna vez rompes esa ley.

— Entiendo — dije sin más.

— Mañana por la tarde empezara tu rol, como tal, te mostrare lo que harás y de que me servirás Vanessa. — asentí y el sonrió.

— ¿Qué pasara con mi carrera, con mi vida? — acaricia mi mejilla, la estruja y me da una de esas sonrisas que sabes... dirán algo cruel.

— Tu ya no tienes vida, desde que entraste al circulo de Karen Roux, ya no tienes vida ni la tendrás... hemos pagado o mas bien ¡Pague! Tus deudas querida niña, eres mi objeto que ahora adornara mi casa por los 6 meses siguientes. Por lo que veo eres una chiquilla que no se deja, pero ya veremos cuanto soportas linda — se quita su saco y yo me quedo ahí, mirándolo.

— Señor la cena esta lista — habla una de las sirvientas mirándome con resentimiento, es joven pero su mirada de odio se le nota... ¿Qué le sucede?

— Bien, vamos a cenar. Aquí tienes lo que necesitas y puedes pedirles a los sirvientes lo que desees — me explica mientras su asistente o lo que sea me empuja hacia el comedor que es igual de enorme, se nota que esta hecho de alguna madera muy fina.

— Entiendo gracias... — es lo único que digo al sentarme donde el me designa.

Se arremanga la camisa, aun trae el chaleco negro sobre esa camisa blanca que se le ve bastante bien. Vernon es muy atractivo, piel blanca, pómulos delineados, una barba que se nota la cuida mucho. Cabello negro y unas pestanas prominentes al igual que sus cejas... por unos instantes quedo embelesada por todo su ser hasta que una de las sirvientas me pone el plato encima no sin antes darme un golpe en la cabeza.

— ¡Auche! — dije sobándome, Vernon alzo la mirada una vez que se sentó a frente a mí.

— ¿Qué paso? — pregunta y yo niego con la cabeza.

— Nada importante solo me pegue con la mesa — me excuse, no quería hacer un escandalo por la muchachita esta, simplemente lo deje pasar.

— Eres algo torpe, no se como te mueves en ese tubo — lo mire con sorpresa y algo de molestia.

— No es un tubo y yo jamás bailo sobre eso Señor Segal... — arremetí, no soy una Teibolera y que me diga así... ah no señor eso sí que no.

— Valla, veo que defiendes tu profesión — tomo sus cubiertos y comenzó a comer, sirvieron filete de res y se veía sumamente apetecible que mi estomago gruño — ¿Tienes hambre?

— Si, ya comeré — dije avergonzada, el solo sonrió de lado. Me dispuse a disfrutar mi filete solo mirando mi plato.

— Señor, le traigo su agenda para mañana — dijo ese asistente asiático que es como su sombra o mas bien una sombra pues en ningún momento supe como y a donde fue. Solo aparece y desaparece.

— Gracias... creo que Karen te dijo lo que podías o no podías hacer. Vincent te entregara tu celular y tus cosas — me extiende una bolsa donde esta mi billetera junto con mi teléfono y mis credenciales — recuerda que todo lo que hagas aquí debe mantenerse confidencial, puedes hablar con tu familia, pero sin revelar ningún detalle.

— Lo se señor, ya se lo he confirmado. Entiendo el punto así que no necesita repetirlo — ya estaba harta de esas reglas, las sabia, las leí... aunque no todo, pero, sabía que ya no tenía libertad.

— ¿Por qué estas tan tranquila? — su pregunta me sorprendió, sinceramente no lo estaba, solo no deje que él lo viera.

— ¿Usted cree que lo estoy? Si es así, así será de todas formas... usted es el jefe — asintió apoyando su barbilla contra sus manos.

— Parece que nos llevaremos muy bien... — saboreo el vino de la copa y lo trago — bienvenida a la mansión Segal...se que su estadía será muy muy buena.

Terminamos la cena e inmediatamente el junto con una mujer mayor me llevaron a mi habitación, cuando la abrí me pareció tan hermosa, lujosa, sinceramente me sentí deslumbrada.

— Hay sabanas limpias señorita, así como ropa en el armario para que se Bane y se la mida — dijo esta y se retiró, solo le sonreí y Vernon se quedó ahí parado en la puerta.

— Vánate y ponte solo una bata, así como ropa interior — ordeno dejándome helada ante su petición — regreso por ti en 40 minutos.

— Son las 10 pm señor Segal ¿Qué haremos? — pregunte con nerviosismo obvio en mi voz.

— Sera interesante... ahora solo has lo que te pedí, recuerda tu lugar — cerro la puerta y me quedé mirándola como tonta. ¿Qué mierda pasaba aquí? ¿En donde zarajos me metí? Mi tía Susan... mi hermano... ¡Joder mi tío! Retrocedí chocando con la cama, me deje caer en el suelo procesando todo lo que quizás pasara, lo que paso... todo.

Perdería mi dignidad con el... seguro mi virginidad... ¿Qué hice? Las lagrimas se acumularon en mis ojos... « Recuerda que es por tu familia...» me dije a mi misma, confié en ese maldito trabajo y ahora... ¡Mierda no quiero esto!

Estaba temblando, no soy una chica frágil, pero, justo ahora no sabia como tener fuerzas... mis sueños se habían ido, mi vida ahora estaba en manos de se hombre que, era como un ángel y un demonio a la vez. Su sonrisa era impactante pero su voz de dejaba helada, sabia adularte y después dejarte caer sin piedad. Me metí en la jaula de los leones, en la maldita cueva de lobos y ahora no sabía qué hacer.

Me levante recordando que tenia que alistarme, así que corrí al baño y ni siquiera lo observe pues no me interesaba en lo absoluto. Me quité la ropa, las joyas que por cierto eran hermosas, las deje ahí en el lavabo y me metí a la ducha. El agua fría salió de repente y grite inconscientemente, después trate de acomodar la temperatura hasta que salió caliente.

Había un jabón, un zampo, todo para asearme. Termine rápidamente, agarre la primer toalla que había en el sanitario, me limpie los ojos que estaban todos negros del delineador hasta quedar al natural. Use la ropa interior que me dejaron la cual por cierto era muy atrevida, solo me la puse y sinceramente estaba muy incómoda, aunque agradecí que fuera nueva, justo termine cuando tocaron a la puerta y al abrirla estaba el, con esa misma camisa, el mismo pantalón y una sonrisa bastante peculiar.

— Es hora de la verdad y mostrarte por qué estarás conmigo... espero lo disfrutes Vanesa... — me tomo de la mano y me guio hasta una habitación, estaba nerviosa pero su toque, diablos ese toque era... espectacular.

Bourlesque : En las manos del Abogado [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora