XVIII - La Princesa

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— Tómame por favor... — musita acalorada, puedo notar el calor de su cuerpo en su mejillas rosadas, Vanessa en este momento es un tren fuera de control. Deseosa de que la posea y la haga mía — Aaah... — gime cuando paso mis dedos por su vagina, esta húmeda y caliente lista para recibirme.

— Lo hare nena... lo hare... — me adueño de sus labios y su boca sigue el ritmo de mis besos. Es dulce e inexperta, batalla para besar bien, pero... se siente jodidamente maravilloso.

— Aaah... Vernon... — aun drogada menciona mi nombre — sigue por favor... — introduje un dedo en ella mientras con mi pulgar acariciaba su hinchado monte, abrió mas las piernas y sus gemidos comenzaban a salir con delicadeza. Me sentía en el cielo de solo escucharla.

No pude contenerme e introduje uno más, ella era virgen y mis dedos podían sentir lo estrecha que estaba. Siempre dije que odiaba las vírgenes, pero ¡Joder! Ella se sentía exquisita. Con delicadeza fui quitando su ropa, prenda por prenda. No entendía mi actuar, mi cuerpo se movía por sí solo. Vanessa jadea ante los besos que derramaba sobre su cuerpo.

Cuando la tuve completamente desnuda para mí, la admire, solo llevaba dos días de conocerla realmente, dos semanas de haberla visto bailar y... mas de dos meses de que ella se cruzó en mi vida... ¡Detente!

« No caigas Vernon... ella se ira al final » me recordó mi conciencia. Solo era follarla y ya, no más. Basta de delicadezas, solo era sexo y ya, solo la estaba curando.

Me deshice de mis prendas y sin la mayor descenso me subí sobre ella.

— Si quieres que te posea... es justo ahora Vanessa. Por qué no habrá otra oportunidad — acomode mi erección sobre su entrada, debía ignorar los sentimientos que estaban creciendo y demasiado rápido. Este no era yo, y debía mantenerme fiel al verdadero Vernon Segal.

— Si, solo hazlo... ¡Aaah! — grito, acomode su caderas y embiste con lentitud. Estaba sumamente estrecha, no podía negar que se sentía espectacular. — Si, sigue por favor... — suplico.

— No tienes que pedirlo... — sabia que era su primera vez, pero... ¡Mierda! Su interior se sentía tan genial, acelere poco a poco. Me recargue en la cabecera de la cama, me estaba volviendo loco. Su cuerpo, su piel, su aroma. Cada embiste era como tocar la gloria.

Sus ojos me miraban con fuego en ellos, cuando sus maños acariciaron mi cuerpo el ultimo gramo de autocontrol se perdió. Tome sus labios con fuerza, los bese y chupe hasta saciarme de ellos. Puse su pierna sobre mi hombro sin dejar de penetrarla.

Gemía y gemía descontroladamente mientras yo segua adueñándome de su interior. Por primera vez no requerí de juegos sexuales para disfrutar, por primera vez en mucho tiempo solo estaba en una posición demasiado... simple. Sus brazos rodearon mi cuello mientras nuestras bocas seguían devorándose, sentía su vagina comenzar a contraerse y supe que estaba por llegar.

— Vamos Vanessa, déjalo salir nena... — exprese cuando al escuche gritar y temblar de placer. — Oh que jodida delicia... — expresé cuando mi miembro era apretado por su interior, seguí moviéndome al compás de su orgasmo hasta que yo también me corrí. No pude evitarlo y por más que quise retrasarlo... me vine dentro de ella.

— Vernon... — musito entre suspiros. Sus ojos me observaban con detenimiento, esos que eran como aurora boreal.

Ambos jadeábamos en busca de aire, deje recargada mi frente en su pecho analizando lo que acababa de ocurrir. Vanessa me hizo perder el control de mi ser por completo y... fue exquisito. Sali de su interior, me senté en la cama y la observé cayendo en un sueño profundo.

— Gracias de verdad... — fue lo ultimo que me dijo antes de perderse en los brazos de Morfeo. No se por cuanto tiempo la admire, mi corazón latía, pero, no dejaría que avanzara.

Bourlesque : En las manos del Abogado [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora