XIV - Recuerdos

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Vanessa...

Sali huyendo prácticamente de esa habitación, mi corazón y mi cuerpo temblaban en sobremanera que estaba segura de que colapsaría ahí. Le asigno a un sirviente que me guiara hasta mi habitación la cual cerré justo después de que ahí me dejara.

Ni siquiera me despedí de él, solo quería salir corriendo. Me senté sobre la cama mirando a la puerta, le había puesto seguro en caso de que deseara entrar en la madrugada.

« El dijo que no le gustaban vírgenes, no te hagas ilusiones » me recordó mi conciencia, suspire, pero... ¿Cómo estaba segura de que él no fue quien...?

— ¡Ya deja de pensar en eso! — me grite dejándome caer sobre la cama.

Traía la bata a medio abrochar, se me veía el jodido sostén, lo mire y no negare que me veía... ¿Bien? ¡Carajo! Mi vida es una locura ahora... « Pero una que te gusta mucho Vanessa » ¡Si!... ¡Digo no mierda! ¡AAAGH! Bueno ya basta...

Me levanté para quitarme toda la ropa, aún no había cavilado bien todo lo que sucedió hasta que sentí mi pantaleta húmeda... recordé la forma en la que esos dedos y esa boca recorrieron...

— ¡Ay no maldita sea! — murmure sonrojada, esta experiencia era demasiado nueva y, también sumamente increíble. — ¿Así se siente cuando te tocan? ¿A si es el sexo? — me pregunte.

Me recargue en la perta corrediza del closet recordando esas sensaciones que me había provocó hace apenas unos momentos. La forma en la que ese hombre recorrido mi piel fue... maravillosa.

¿Habrá sido realmente Vernon o alguien más? Aunque se que el dijo lo contrario, una parte de mi deseaba que hubiese sido él. Esas manos sobre mi piel se sintieron tan bien, los besos que dejo sobre mis piernas, mi vientre, mi intimidad... suspire ante el recuerdo.

Decidí mejor ignorar todo lo que había pasado, volví a darme una ducha e inmediatamente me acosté a dormir. La cama era fascinante e increíblemente suave, tanto que no sentí el momento en que mis ojos se cerraron y Morfeo me envolvió en sus brazos.

— ¿Puedo ir yo sola? — le pregunte al increíble guardaespaldas que me acompañaba, alto, nariz y pómulos bien definidos... un dios griego, pero con temperamento del demonio.

— Mas te vale que no hagas nada, o el señor Segal te castigara — rodeé los ojos y asentí.

— Bien, pero deja la camioneta lejos. Mi tío es muy agudo en los sentidos y no queremos percances — solo me ignoro sin contestar. Detuvo la camioneta en la esquina de mi casa, a lo lejos mire otra camioneta idéntica... Carajo, si me tenían bastante vigilada.

— Hay muchos hombre vigilándote, así que no hagas nada estúpido . Tienes dos horas para dejar todo listo, no lo arruines.

— ¡Ya entendí señor sonrisas! — este hombre es un tempano de hielo, rígido e impetrarle.

— Bien, avísanos por el teléfono que te dimos. — me bajé de la camioneta sin decirles nada, toda la noche estuve pensando en una excusa que darle a mi tía ante mi futura ausencia semestral... mi única excusa... el taller de baile al que hace tanto tiempo me había invitado. No sabía si estarían de acuerdo, quizás debía decirles que me mudaría con Salma y empezaría a independizarme.

« ¡Si esa es una excelente idea! » camine mas entusiasmada con mi plan. Empacar mis cosas, mi cuarto estaba limpio así que no tendría problemas, hablar con mis tíos... decirles ¡Sorpresa me mudare!

Aunque no era por mi propia decisión, tenia una deuda que pagar y... mi estado de ánimo cayo muchísimo en ese momento. Todo había sido para ayudar a mis tíos, pero se los debía. Ellos me han criado como una hija y es mi deber tratarlos como mis padres.

Entre a la casa pues aun tenia mis llaves, todo estaba en silencio excepto por el sonido de la televisión de mi hermano. Quizás mis tíos estén descansados, subí a mi cuarto y comenzó a empacar mis cosas. No sabía que ocuparía allá así que lleve mi mejor ropa, zapatos, que no tenia muchos; mis libros de informática y demás.

Mis fotografías, me senté en la cama tratando de analizar la situación. Parecía alguien que estaba huyendo, pero, no podía decirles a mis tíos que había sido comprada por alguien.

« ¿Y si mejor huía? » pensé, el miedo y el temor de que mis tíos me hicieran infinidad de preguntas me estaba dominando. Quizás esa era la mejor solución, ya había pagado la deuda del hospital y mi hermano pronto recibiría un corazón.

Tome la maleta, deje una nota simple usando como excusa a mis padres y Sali de la casa. No quería ver la decepción en los ojos de tía Susan ni de mi tío Abraham, les enviaría dinero, lo suficiente como para que ella no trabajara de más.

— ¿Oye Vane a donde vas? — me pregunto mi hermano al verme salir con la maleta de mi habitación — ¿Vane?

— Diles que los amos mucho... — dije con voz entrecortada y corrí a la salida.

— ¡Vanessa! ¿Pero que mierda pasa? — me detuve y lo encaré.

— Solo diles que tome mis cosas y me di — dije con seriedad — no digas nada más, que no me busquen, que no me llamen. Todo estará bien... — no le di tiempo de responder cuando cerré la puerta detrás de mí.

Camine hacia la camioneta cargando con todo y me subí inmediatamente, mire salir a mi hermano con su tanque de oxígeno claramente buscándome.

— ¡Arranca! — le grite al guardaespaldas — ¡Vámonos ya joder!

— Bien hecho... — encendió la camioneta, dio vuelta en U y acelero sin mirar atrás.

Traté de controlar mi respiración, no quería llorar ante estos insensibles, cerré mis ojos y me perdí en mis pensamientos. Por un error mío ahora estaba atada a uno de los hombres mas codiciados de esta ciudad, uno que, había escuchado es un lujurioso de primera.

Pero escaparía de él, cumpliría mi misión y me alejaría para siempre. Renunciaría al Bourlesque y me dedicaría de lleno a mi carrera como Ingeniera. En ocasiones la idea de aprender lo que el hacia me llamaba la atención, pero ¿Era lo que realmente deseaba? Era un rotundo no, quiero paz, tranquilidad y sobre todo un amor bonito.

Bourlesque : En las manos del Abogado [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora