Capítulo 8: Raven

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Recostado del capó de mi auto, jugando en mi teléfono para intentar apaciguar los crecientes nervios producidos por los distintos escenarios que insisten en reproducirse en mi cerebro, así me encuentro desde que llegamos y ella se negó a que la acompañara adentro. Cambio el peso de mis pies mientras una vez más llevo mi mirada al frente para cerciorarme que aún no ha salido.

¡Maldición!, debí insistir más. Por lo general no tengo problemas para ser un grano en el culo, pero justo hoy decidí no serlo.

Dándome por vencido y viendo que mi idea de distraerme no está funcionando en lo absoluto, cierro el juego y verifico la hora para darme cuenta que ésta parece correr con una lentitud burlesca. ¿Por qué será que cuando uno quiere que los minutos pasen rápidos, pasan más lento?

La arquitectura frente a mí es imponente, y no porque sea extremadamente alta, sino por el significado que carga, por la razón por la que me encuentro aquí en primer lugar.

Suspiro por... Ya perdí la cuenta. También perdí la cuenta de cuántas veces me he pasado la mano por el cabello, sólo sé que si sigo así, probablemente terminaré calvo. Bueno, al menos tendría más oportunidad de participar en una propaganda de Gillette.

Me sacudo de mi tonto hilo de pensamientos cuando la veo salir. Mis piernas se mueven con vida propia, avanzando para encontrarla a medio camino. La sujeto gentilmente de los brazos, analizando su estado de arriba abajo, notando la forma en la que sus manos cubren su estómago.

―¿Cómo te sientes?

―Vacía.

Siento un vuelco en mi corazón, por su sincera respuesta y la vulnerabilidad en su mirada achocolatada. Sin embargo, sabiendo que ella no quiere ni necesita mi pena o lástima, me encargo de permanecer casi inexpresivo mientras la guío hacia el carro. Le abro la puerta y la ayudo a subir para posteriormente rodear el vehículo, montarme en el lado del conductor y encender el motor, poniéndonos en marcha en segundos.

El silencio es denso e incómodo, pero no es como que pueda culparla, porque sólo puedo hacerme una idea las cosas que pasan por su cabeza en estos momentos. La situación es delicada, y todavía me resulta un tanto increíble todo esto. ¿Que iba a faltar un lunes a clases, una semana antes del «Spring break», para acompañar a un casi desconocida a realizarse un aborto? No, no lo hubiera imaginado ni en un trillón de años.

Por lo general intentaría la comedia para mejorar la tensa atmósfera, ¿pero cómo podría intentar tal cosa aquí? En todo caso me haría quedar como una mierda insensible. Tal vez no sea la mejor persona para saber cuándo permanecer callado, pero no soy idiota y sé que este no es el momento idóneo para dármelas de comediante.

―¿Crees que soy una mala persona? ―Su pregunta apenas sale como un susurro, pero logro oírla.

Me había mentalizado que el resto del viaje continuaría de forma silenciosa, por lo que no consigo formula una respuesta rápida.

Al Estilo De Los RompebodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora