Capítulo 5: "El gran día"

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―¿Estás listo?

La pregunta de mi amigo me toma con la guardia baja porque la formula apenas abre la puerta de la habitación, sin siquiera haber tocado previamente. Es una mala costumbre que tiene. Él mismo siempre bromea que un día se topará con una escena desagradable al abrir de esa forma, pero aun así continúa haciéndolo.

―Sí. Listo. ¿Y tú?

Tomo la chaqueta de la cama y me la coloco mientras salgo de la habitación, siendo seguido por Diego, quien por cierto tiene una expresión de emoción incontenible. Parece un niño que acabara de cometer una travesura. O estuviera a punto de cometer una, en realidad.

―Más que listo. Todo está perfecto y saldrá perfecto ―dice con una seguridad que me insta a querer contradecirlo―. Será un gran día, amigo mío ―Palmea mi hombro, sonriente.

―Sólo espero que en verdad todo salga bien porque no me emociona la idea de que vuelvan a arrestarnos.

Ciertamente no sería la primare vez que nos arrestan, teniendo en cuenta que a veces nuestro trabajo consiste en arruinar celebraciones y eso no resulta gracioso para muchos, al menos no para las "victimas". Tampoco diré que hemos estado en la cárcel como tal, pero sí hemos llegado un par de veces a la comisaría en donde me encerraron en una celda mientras esperaba que vieran a pagar mi fianza.

La primera vez la fianza la pagó el papá de Diego, nos llevamos un buen regaño pero no nos delató sino que nos hizo prometer que no lo volveríamos a hacer. Pero después un amigo nuestro de la universidad nos pidió el favor de arruinar la fiesta de un contrincante de otra universidad que era el eterno rival en fútbol americano, esa vez nos salió bien así que volvimos a nuestra vieja andanza.

Por otro lado, la segunda vez que nos arrestaron no fue nuestra culpa sino que sucedió en una fiesta en donde la policía apareció de repente, nos quedamos atrapados en el mar de personas intentado huir y desafortunadamente fuimos unos de los que lograron atrapar. Esa vez no nos regañaron tanto porque en realidad no hicimos nada malo. Al parecer uno de los vecinos había llamado a la policía porque, aparentemente, había visto que se estaban vendiendo cosas ilegales, y aun cuando probablemente era cierto, no encontraron pruebas y nos dejaron libre. Cuando nuestros padres nos preguntamos, negamos saber o consumir cualquier tipo de droga porque era la verdad.

―No nos arrestarán.

―Eso espero porque si no mi mamá me matará.

―¿Crees que mis padres no me mataría? Tú tranquilo, hombre. Todo saldrá bien, te lo aseguro ―Me guiña un ojo confiado―. Ahora, vamos. Se acerca la hora ―dice mirando brevemente su teléfono ante de guardarlo en su bolsillo y tomar las llaves de la barra, las arroja al aire antes de atraparlas de nuevo―. Los rompebodas tendrán acción hoy ―añade, sonriendo de costado.

Al Estilo De Los RompebodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora