Capítulo 4: Preparativos.

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―¡Llegó por quien llorabas! ―anuncio apenas atravieso la puerta, atrayendo de inmediato la atención de mi amigo quien al parecer se encontraba viendo un programa de televisión en el sofá de la sala

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―¡Llegó por quien llorabas! ―anuncio apenas atravieso la puerta, atrayendo de inmediato la atención de mi amigo quien al parecer se encontraba viendo un programa de televisión en el sofá de la sala.

Shí, ya dejaré de sholal ―suelta con tono sarcástico, volcando sus ojos. En su mano sostiene una bolsa con hielo que presiona suavemente contra su mejilla derecha.

―Amigo, no te puedo tomar en serio si hablas así ―Me río.

Púdlete.

―Tú tamdlién. ―me burlo y él me muestra su dedo medio, sobado su mejilla derecha después de dejar la bolsa en la pequeña mesa ratonera―. ¿Cómo te fue con el dentista? ―interrogo aguantado las ganas de seguir riéndome a su costa.

Mientras espero por su respuesta, me dirijo hacia la cocina. El departamento es pequeño, sólo cuenta con dos habitaciones, un baño y una pequeña cocina de estilo abierto dividida por una barra americana de la sala. Sin embrago, es lo justo y necesario porque ¿qué más podrían necesitar un par de solteros universitarios? Está a pocos minutos de la Universidad y la renta es permisible para nuestros bolsillos. Ideal.

Abro la nevera para sacar un refresco, lo destapo y le doy un trago antes de cerrar la puerta y regresar a la sala. Debo admitir que la cocina apenas la usamos. Nuestra comida se basa mayormente en porquería que comparamos, y prueba de ello son las cajas y envases de pizza, comida chica, refrescos, cervezas y demás bombas mortales que hay en la nevera. A mi mamá le daría un soponcio. Lo bueno es que me gusta ejercitarme, lo que ayuda a que, probablemente, no muera de un infarto pronto.

―Bien. Eda... Mierda. Era una filthación en el diente ―lo escucho decir mientras me acerco al sofá donde está sentando. Me mira.

―¿O sea que no perdiste el diente?

―No. Sólo me pusieron pordelana.

―Genial. Aunque hubiera sido divertido verte sin un diente. ―Le doy un trago a mi bebida para ocultar mi sonrisa.

Diveltido pafa ti. Joder, parezco tonto hablando. ―Sacude su cabeza un tanto molesto antes de suspirar.

―Desde siempre, amigo ―Río entre dientes.

―Jódete. ―Bufa―. Como sea. ¿Tú dónde estabas?

―No sabía que fuéramos una relación tóxica donde debo decirte siempre adónde voy y con quién ―comento en tono bromista antes de trepar el sofá y sentarme junto a él, en el lado contrario. Él simplemente rueda sus ojos―. Pero, para matar tu curiosidad, te diré que estaba recopilando información.

―¿Recopilando información? ¿Qué clade de información? ―Me mira con cierto grado de desconfianza respecto a mis siguientes palabras.

Al Estilo De Los RompebodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora