Capítulo 11: Lo siento

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Dejo caer tres golpes sobre la puerta y espero. A mi lado, Diego me anima levantado sus dos pulgares y sonriendo de una manera exagerada que me habría hecho blanquear los ojos si no estuviera demasiado nervioso. Supe desde el primer segundo que le dije la ubicación de Blair que querría acompañarme, fuera para fastidiarme o apoyarme, o un poco de ambas, y no me opuse porque sabía que hubiera sido una pérdida de tiempo. Sin embargo, muy, muy en el fondo agradezco que esté aquí conmigo y me aliente.

En verdad estoy arrepentido por cómo me comporté con él. Diego es un buen amigo, y por molesto que pueda resultar a veces, su intención nunca será herir intencionalmente a nadie. Incluso es lo suficientemente bueno para perdonarme cuando de seguro debió haberme mandando a la mierda. Aunque.... Conociéndolo, es probable que tenga algo en mente; con Diego todo es posible.

Doy un pequeño respingo cuando la puerta es abierta de forma violenta, sin previo aviso. Una chica rubia de cara redonda, facciones delicadas pero mirada intensa es quien acaba de abrir. Por unos segundos barajeo la posibilidad de haberme confundido, pero entonces recuerdo haberla visto el día de la no-boda. Ella fue la que primero corrió detrás de Blair.

Seguramente ésta es Liberty.

―¿Sí? ¿Qué se les ofrece? ―pregunta en tono seco y desinteresado. No puedo evitar pensar que su aparente personalidad dura contrasta de forma irónica con su apariencia inofensiva.

No juzgues un libro solamente por su portada.

―Mm. ¿Está Blair?

Una de sus cejas se levanta, sus ojos analizándome de arriba abajo con visible escrúpulo, tan detenidamente que empieza a inquietarme. Estoy casi seguro de que ella también me ha reconocido. Luego su mirada se desliza momentáneamente a mi amigo que se encarga de sonreírle como si nada, causando que su expresión se vuelva un tanto ceñuda.

―Para idiotas como tú, no, no está ―espeta por fin habiendo regresando su atención a mí.

―Por favor, déjame hablar con ella. Sé que fui un tonto, y quiero disculparme ―le ruego. Incluso, si me lo pidiera, me podría de rodillas con tal de que me dejara pasar.

Lo sé. Sé que fui un completo idiota, y estoy profundamente arrepentido por mi comportamiento con Blair. No por las cosas desagradables que dije sobre la basura de Stevenson, sino porque ella tenía razón, en vez de apoyarla y ser su hombro para desahogarse, sólo la cuestioné y reproché.

―Lindo discurso. Pero la respuesta sigue siendo no.

Voy a continuar con mis súplicas cuando mi acompañante se me adelanta.

―Eres amiga de Blair y la quieres mucho, ¿cierto? ―Es claro que es una pregunta retórica, por lo que persigue ante la atenta mirada de la chica―. Mira, es obvio que Blair ya ha pasado por muchas cosas malas y quieres protegerla, lo entendemos. Y sí, mi amigo aquí presente metió la pata; pero en verdad lo siente, su remordimiento es sincero, sólo míralo. ―Él realmente logra que me mire unos segundos, juiciosa, y esbozo mi mejor cara de aflicción―. Déjalo disculparse. ¿No es mejor que ella decida si quiere oírlo o no, en lugar de echarnos y hacerla seguir sufriendo por un tonto malentendido?

Al Estilo De Los RompebodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora