Capítulo 9: El anillo

72 12 13
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Dejo de mover mi pierna de forma inquieta cuando me doy cuenta que he estado haciéndolo, de manera inconsciente, por un rato. Expulso un nuevo suspiro, que al final termina en una especie de resoplido, queriendo drenar un poco los molestos e incesantes sentimientos que presionan mi pecho en estos momentos.

Cualquiera pensaría que llevo media hora esperando, cuando la verdad es que llegué al lugar apenas hace cinco minutos, pero, es que los nervios pueden conmigo.

Necesito calmarme.

Sin embargo, no tengo tiempo para hacerlo. Enderezo mi espalda casi dolorosamente cuando la veo atravesar la puerta del local. Mi aliento se retiene momentáneamente en mi garganta, sintiendo que, por unos instantes, el tiempo va en cámara lenta.

Quedo eclipsado.

Todo por ella.

Blair McKeen siempre ha sido del tipo de personas que es simplemente imposible pasar por alto, no sólo por su natural belleza, sino también por su encantadora personalidad, que es como una aura magnética flotando a su alrededor. Quieres verla. Quieres escucharla. Por ello no me fue del todo una sorpresa cuando supe que se había convertido en una youtuber en ascenso.

Cuando sus preciosos ojos caen sobre mí, una leve tensión estira la comisura de su labio y me es imposible no imitarla por simple reflejo. Era igual de niños; ella sonreía y yo, automáticamente, también lo haría.

Con cada paso que se acerca, siento los latidos de mi corazón ir en aumento, y solamente espero no sufrir un infarto. Había pensado que después de diez años de no saber de ella, mis sentimientos habrían mermado. Me equivoqué. Verla ese día en la iglesia, tan hermosa, vestida de novia, me hizo darme cuenta que todavía siento cosas por ella. Tal vez no en igual medida que antes, pero aun así, no la olvidé como creí por tanto tiempo.

Aunque no sé bien cómo recibirla, me pongo de pie de manera casi involuntaria cuando llega a la mesa donde estoy.

―Hola ―consigo decir al menos.

―Hola. ―Me sorprende cando deposita un corto beso en mi mejilla a modo de saludo. No me lo esperaba, y ella no parece darse cuenta de mi momentánea impresión―. Espero no haberte hecho esperar mucho.

Agito mi cabeza, tanto para sacarme de mi bruma como para desestimar su pequeña preocupación.

―No, está bien. Acababa de llegar. ―Le hago un gesto para que tome asiento, justo frente a mí, y lo hace―. ¿Te gustaría ordenar primero? ―pregunto vacilante después de también tomar asiento.

―Claro ―acepta a la vez que coloca sus lentes sobre su cabeza, pudiendo admirar por fin sus hermosos ojos verdes.

No tardamos demasiado en hacer nuestra orden y en pocos minutos ella obtiene su botella de agua y yo mi jugo.

Al Estilo De Los RompebodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora