Subconsciente

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Antes de comenzar quiero agradecerles el gran apoyo y las mil lecturas 💜 Escribir me ayuda a despejarme y gracias a ustedes encuentro aún más motivos para continuar haciéndolo. De nuevo, espero lo estén disfrutando tanto como yo ✨

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- Esa mujer es tan molesta, siempre entrometiéndose en los momentos menos oportunos...

Armando definitivamente estaba cambiando, y de un modo muy particular. Se preguntaba el por qué le causó tanta molestia que la hermosa Rossie, como solían llamarle, invadiera de tal manera su espacio vital. No, el sabía perfectamente la respuesta, era imposible ocultarse a si mismo que le irritó de sobremanera el como irrumpió la charla con Mario.
Por su parte, Calderón se esforzaba enormemente por ocultar su alegría, le gustaba pensar que Armando rechazó a la modelo por él:

- Veo que ya iniciaste tu recorte de personal femenino, a decir verdad, no creí que fuera en serio eso de vivir una vida más tranquila

-  Yo te lo dije, no me interesa continuar de cuerpo en cuerpo y hacer más grande el vacío que siento

Mendoza solía ser una persona algo sentimental de vez en vez, y quizá eso se debía a qué una parte de su "yo" infante se encontraba ahí. Mario recordaba como era él de niño, con carácter, fuerte y determinado, pero también le gustaba cuando Mario le compartía las cartas y poemas que escribía. Armando solía corregir algunos errores de redacción pero le divertía mucho, claro, siempre a escondidas, pues no podían permitir que alguien los viera haciendo semejante cosa, "¿Cómo es que dos hombres disfrutan algo como eso?" Si, era una tontería, pero igualmente los apenaba.
Pasado el tiempo, Armando dejo de frecuentar la actividad, pero Mario continuo redactando sus cosas, le ayudaba mucho a liberar sus sentimientos, por lo cual se podían encontrar montones y montones de prosas inspiradas en el galante ejecutivo que tenía enfrente, siempre consciente de que él jamás las llegaría a leer.
La charla se extendió por unos momentos más hasta que tuvieron que regresar. Armando montado en su lujoso Mercedes Benz azul marino, coloco jazz de fondo mientras pensaba y pensaba:

- Esto no me puede estar sucediendo Dios mío... ¿Yo con... Mario? No no, simplemente es imposible, yo me voy a casar con Marcela, ¿y que va a decir la gente? Sería un desastre por dónde lo mire. Tal vez solo estoy confundido, ese beso me dejó aturdido y...

Al mismo tiempo que lo mencionaba, volvió a su cabeza el recuerdo de los labios recorriendo los suyos, con tanta delicadeza que parecían echos de la más fina seda. Armando no pudo evitar repasar su boca con la yema de los dedos.

Los días pasaron con las mismas dudas en el corazón de Mendoza y la pena de Calderón. Continuaban saliendo pero no dejaba de ser extraño aún cuando el tiempo transcurría. Más allá de suavizar la situación, la tensión incrementaba, como esa ocasión en la que accidentalmente rozaron sus manos al tocar una carpeta, o esa otra dónde tuvieron que permanecer solos a altas horas de la noche en las instalaciones de EcoModa.
Sábado por la noche, Mario sentado en su oficina, estrujando las manos con nerviosismo, no sabía si invitar a Armando a beber, ya tenía un tiempo que no lo hacían, desde aquella vez dónde... No, que descaro de su parte invitarlo nuevamente después de lo que ocurrió esa noche.
El distinguido presidente de EcoModa paseaba sus manos entre sus oscuros cabellos, sentado en la lujosa oficina presidencial, balanceaba la idea de invitar a su mejor amigo a algún sitio. Armando podía tratar de engañarse a si mismo, pero era imposible que en su subconsciente se arremolinara la idea de tratar de repetir esa "experiencia". Se puso en pie y caminó despacio hasta donde se alojaba el vicepresidente comercial:

- ¿Que tal Mario? ¿Tienes planes esta noche?

- No, no, ninguno, ¿Por qué lo... preguntas?

- Por nada en especial, simplemente quería que saliéramos juntos esta noche

Parecía que aún con esa complicada situación, Mario padecía más la idea de estar junto a Armando, la sola propuesta hacía retumbar su corazón y agitar la respiración:

- Claro que si, hombre, tú sabes que siempre estoy disponible para ti

Al escuchar eso, Armando volteo la mirada apenado, sintiendo como su rostro aumentaba temperatura a velocidad agigantada. Dando vuelta para salir, solo pronunció:

- Lo espero abajo, nos vamos en mi coche

El guapo ejecutivo caminó apresurado a arreglarse un poco, colocando perfume y cepillando su cabello, así como solía hacerlo cuando una hermosa mujer aguardaba paciente por su compañía. Pero está vez no era una modelo, sino, él.
Un lujoso y un tanto discreto bar se abría paso ante ellos, el vicepresidente ya de por sí estaba suceptible por el viaje, dónde el aroma a perfume y la fragancia natural de Mendoza que tanto amaba ya estaba filtrado en lo más profundo de su ser. Apenas tomaron asiento, Armando pidió una botella de whisky. Antes de llegar, el sabía perfectamente lo que haría, su deseo era claro, aunque no lo admitiría para si mismo.
No había pasado ni media hora y el guapo neurótico ya llevaba media botella:

- Armando, basta, no deberías beber así

- Cálmate, estoy bebiendo tranquilo, además, tienes toda mi confianza

Esas últimas palabras hicieron que Mario sintiera un hueco en el pecho...

Entre sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora