Entre sombras

Consumación (parte 2)

Aquí está la segunda parte del acto. Quiero agradecerles nuevamente todo el apoyo que han brindado a esta historia, así como sus lindos comentarios que me hacen reír y al mismo tiempo sentir feliz 💜

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Mario sintió que el corazón se le salía del pecho, su cuerpo entero temblaba, no podía creer lo que estaba pasando en esos instantes, ¿era producto de su imaginación? No, era algo de verdad, un sueño que salió de lo más profundo de su mente para materializarse en el mundo real, algo tan increíble pero que creía tan imposible, simplemente no podía manejar el cúmulo de emociones que se arremolinaban dentro de si.
Mientras que Calderón tenía sus pensamientos trabajando a mil por hora, Armando era todo lo contrario, su cabeza se encontraba en blanco, tan solo se concentraba en aquello que nunca creyó que lo haría sentir tan bien, era complicado para él tratar de entender como es que habiendo besado a tantas mujeres hermosas, nunca nadie lo había besado con tanta intensidad, ni nunca nadie le hizo experimentar algo tan fuerte.
Mario se alejó apenas unos centímetros para poder hablar entre su respiración agitada:

- Armando yo... Perdóname, no pensé que esto fuera a ocurrir

- No hables, tan solo, no me hagas pensar, no quiero pensar

Ambos caminaron entre besos hasta la lujosa habitación en dónde Calderón soñaba con el Armando que ahora tenía frente a él, tan real y tan inalcanzable como había sido hasta ese momento. Calderón debajo de él, su temperatura corporal comenzaba a subir de manera precipitada, sus manos recorrían de punta a punta su cuerpo en búsqueda de remover cada prenda, Mario hacía lo mismo con el traje negro de Mendoza que hacía resaltar sus finas facciones y aumentar su porte masculino. Minutos más tarde, ambos se encontraban solo con unos centímetros de sabana blanca encima.
Armando siempre tuvo ese carácter dominante, eso salia a relucir a todas luces en su trabajo, pero también se manifestaban en la cama. Mario jamás había echo algo igual a la de esa noche, realmente del único hombre que se había enamorado era del mismo actual presidente de EcoModa, sus experiencias sexuales anteriores solo habían sido saciadas con mujeres, y como si el joven galán que tenía encima lo supiese, tuvo toda la delicadeza del mundo, conteniendo su notorio frenesí para no lastimar al hombre de ojos castaños que le miraba con todo el amor y placer existentes.
El silencio que recorría los espacios de la casa era aplacado con ligeros gemidos, acompañados del calor que emanaba la recámara, gotas de sudor se manifestaban al compás de los movimientos constantes que hacían a Mario cerrar sus ojos mientras apretaba los hombros de Armando con fuerza.
¿Cuatro? ¿Cinco? de un momento a otro ambos no estaban seguros de cuántas veces lo hicieron en esas horas de la madrugada dónde ambos se entregaron sin pensar en el día siguiente.

Dieron las seis y treinta cuando Mendoza levanto la cabeza para mirar a su alrededor, a su derecha se encontró a un Mario Calderón durmiendo tan tranquilamente como nunca antes lo había visto en esas pocas ocasiones en las cuales por un motivo u otro les tocaba dormir juntos. Su respiración era nada comparada a la de la noche anterior, esta era tranquila, apenas perceptible.
Armando llevo ambas manos a su rostro, muerto de vergüenza y un tanto confundido, no sabía que era exactamente lo que le orilló a atreverse a semejante cosa. Por su cabeza recorrieron mil pensamientos en un instante: Marcela, sus padres, EcoModa, los empleados, la prensa, el escándalo.
Sin hacer ruido, se vistió apresuradamente, tomó sus pertenencias y salió del apartamento casi corriendo, abordo su auto y condujo acelerado por las carreteras de Bogotá mientras realizaba una llamada:

- ¿Aló, Betty? Si, habla Armando, por favor, cuando llegue a EcoModa diga que hoy no me presentaré a trabajar...

Continuará