03. Entre El Vino Y Tus Labios.

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El Dulzor Del Vino Tinto En Tus Finos Labios Me Provocó El Delirio.

Sus copas chocaron levemente y sus miradas se capturaron una a la otra.

La miel mezclándose con el chocolate.

Una cena romántica.

Su corazón late desenfrenado, sus labios rozan levemente el vino tinto y, entre sus pensamientos llegan todas esas escenas eróticas que solo ha leído en novelas.

Los nervios se reparten de igual manera en ambas partes de la ecuación, las palmas de las manos sudorosas, solo pueden atinar a mirarse, sorber lentamente el vino.

- Yo... Te agradezco por la cena... - Titubeó un poco, dibujando una pequeña sonrisa en su rostro.

- Claro... Fue un placer cocinar para ti... - La duda resalta en su voz.

Tan lindo el amor, cuando el sonrojo en las mejillas es igual, no soportar la mirada del lado contrario, buscar un tema sobre que charlar y jugar con nuestros dedos.

Sí, ese es el amor.

- Voy a... Deja que... Lavaré los platos - Dijo por fin, levantándose y los nervios haciendo temblar sus piernas, no podía seguir mirando al hombre frente a él, debe actuar y de manera rápida.

- Te ayudo - Contestó rápidamente, empezando a recoger los platos, cubiertos y copas.

Ambos fueron hasta el lavabo, la cercanía era abrumante, el dulzor de un perfume con toque de mandarina, calidez sin la necesidad de tocarse, un roce discreto de sus dedos al pasar los platos, una mirada fugaz y un silencio que le obliga a abrir la boca y decir aquello que tanto le roba el sueño.

Mientras que del otro lado, sus manos temblorosas provocan que los platos se resbalen, su corazón palpita con fuerza, en sus oídos solo se repite el constante golpe de su corazón, el sudor corre por su espalda, que extraño se siente, cuándo la temperatura de su cuerpo se eleva, su mente se nubla y solo piensa en... No, mejor no.

- Joaquín - Rompió el silencio y ambos se miraron cuando la ultima cuchara estuvo dentro del cajón - Nos conocemos hace poco tiempo y... Bueno, esto puede ser acelerado... Entiendo si te opones, yo... Vaya... Estoy dispuesto a esperarte a que estés listo... Me gusta la música de Leo Dan pero eso no importa... Tú eres lindo... Yo... De alguna manera... Me encanta mirar tu carita sonrojada... Tocar tus manos al saludarte... Ver la dulce miel de tus ojos... El resplandor de tu sonrisa tierna... Y... - Oh oh, Emilio Marcos, ese hombre romántico que siempre logró conquistar a cualquier persona, ahora se haya nervioso, con las mejillas a punto de ebullición, tal cual un adolescente enamorado - ¿Aceptas... Ser... Mi... No-no... Novio?... Claro que sí no aceptas no voy a molestarte, estás en tu derecho de tomarte tu tiempo y...

- Deja de hablar...

En un momento de gloria sus labios se unieron, el vino tinto en la saliva, sus manos sostenían ese rostro perfecto mientras unas manos se posaban sobre su cintura y le acercaban más.

Un beso que unía sus corazones, un lazo entre sus almas empezaba a formarse, la vida les sonreía, el amor les brinda una oportunidad, la dicha y la pasión de estar con la persona que, muy seguros de sí, aman.

El amor tiene sus modos, nunca sabemos cuándo se presenta ante nuestras narices la persona de nuestros sueños, ese dulce ser que cambia todo nuestro rumbo, nos hace ver la vida de un modo mejor y la felicidad llena nuestros corazones.

Cuándo se separaron algo en sus ojos cambió, un brillo que les hacía lucir encantadores, una sonrisa bobalicona, sus mejillas al rojo vivo y leves caricias donde sus manos decidieron tocar.

Devórame | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora