32 - El libro

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Jaz todavía estaba muy enojada con Harry, no podía creer que el chico le hubiera robado sus joyas, y aún mas la enojaba que creyera que ella pudiera haberle hecho algo tan feo como comprarle su puesto en el equipo

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Jaz todavía estaba muy enojada con Harry, no podía creer que el chico le hubiera robado sus joyas, y aún mas la enojaba que creyera que ella pudiera haberle hecho algo tan feo como comprarle su puesto en el equipo. Estaban tan molestos el uno con el otro, que pasaron por alto el hecho de que nada en su conflicto tenía sentido.

Ron insistía en reconciliarlos y ayudarlos a llegar al fondo del asunto, pero el orgullo de los chicos era más grande.

Por su parte, Hermione estuvo tiempo en la enfermería, y de todas maneras sus amigos la iban a visitar todas las tardes después de que las clases acababan.

—¿Sabes que hago apuntes sólo por ti? —comentó Jaz, dejando un par de libros en la mesita de noche que tenía Hermione en la enfermería.

—Lo sé. Gracias. —Ella sonrió. El pelo de su cara ya había desaparecido y el color amarillo de sus ojos estaba yéndose lentamente.

—Si a mí me hubieran salido bigotes, aprovecharía para descansar —dijo Ron, también dejando un par de libros sobre la mesita.

—No seas tonto, Ron, tengo que mantenerme al día —replicó Hermione, tomando un libro para hojearlo—. ¿Tienen alguna pista nueva?

—Nada —contestó Harry con desánimo, negando con la cabeza.

—Estaba tan convencido de que era Malfoy... —musitó Ron con notable decepción.

—Yo igual... —Jaz suspiró.

La señora Pomfrey los echó de la enfermería diciendo que Hermione tenía que descansar. Jaz, Harry y Ron salieron del lugar después de despedirse de su amiga para comenzar a caminar de vuelta hasta la torre de Gryffindor.

Jaz estaba demasiado cansada porque el profesor Snape había mandado muchas tareas de Pociones y sentía que no iba a terminarlas nunca.

—Tendría que haberle preguntado a Hermione cuántas colas de rata hay que echarle a una poción crecepelo... —se quejó Ron, pero fue interrumpido por un gruñido de rabia.

—¿Es Filch? —susurró Jaz, parando de caminar en seco al ver una sombra.

—Es Filch —afirmó Ron.

Así que subieron corriendo una escalera de mármol para espiar la situación sin que nadie los viera, escondiéndose detrás de una armadura.

—Espero que no hayan atacado a nadie más —murmuró Ron con preocupación.

Aguzando el oído para escuchar lo que decía Filch, Jaz se inclinó hacia un lado.

—... aún más trabajo para mí. ¡Fregar toda la noche! No, esta es la gota que rebalsó el vaso, me voy a ver a Dumbledore.

Se oyó un portazo, seguidos de pasos muy pesados y apurados.

—Fue Myrtle, estoy segura —susurró Jaz.

Jazlyn Ramsay y la magia extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora