Capítulo VI

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Son las 2:42am del día sábado, desde que llegue a la casa de tomar un buen té, tratar de escribir  y fumar un cigarrillo, no he podido conseguir que me de sueño. Me siento fuera de lugar, a veces quisiera no existir y esas cosas que pasan por la mente cuando te sientes mal pero no lo quieres aceptar. No consigo escribir nada, no se como desahogarme y lo peor no es eso es que no acepto que estoy mal, realmente mal, hace días que no sé de mi familia ni de Iliana y mucho menos de Dylan, jamás creí que esta nueva etapa la tenía que afrontar tan sola, pero no quiero llorar, quiero ser fuerte.

Comienzan a correr lágrimas mientras niego con la cabeza y me digo será mejor que te pares de este sofá y des una vuelta. Seco mis lágrimas, me dirijo al baño, me lavo la cara repetidas veces, me retocó, tomo uno jean blanco, un suéter coca cola que hace tiempo no uso, y mis vans negros, ya estoy lista para salir... ¿SALIR? ¿Que intento? No conozco esto, además son las 3am. Me vuelvo a tirar en el sofá, mejor duermo, estoy perfecta... Para una siesta.

3:21am entra una llamada de un numero desconocido, la verdad es que no sé si contestar, no suelo hacerlo y la verdad es que mi voz aun esta muy quebrada pero de todos modos...

-¿Alo? Aqui Dayanna, ¿allá quién? - Escuchó un suspiro y a la vez yo también suspiro.

-Pensé que estarías durmiendo, es tan solo un admirador - Esa voz se me hace conocida, puedo oír su respiración y presiento que ha sonreído al terminar la frase.

-Oh, pues ¿a qué se debe el gusto? -Ríe a carcajadas ante mi sarcasmo, una sonrisa que casi llega a mis ojos se hace sin más.

-Estoy al frente de tu casa, ¿Puedes salir? Empujona - Y cuelga - Claro, ya salgo - Digo para mi. No puede ser, mi sexto sentido no fallo, gracias al cielo no me cambie, solo me peinare un poco y estaré mas que lista.

Me cepillo los dientes rápidamente y tomo una manzana verde, me fascina el sabor que hace la menta con la manzana verde, que manía con mis gustos tan asquerosamente ricos, son unos Bill Gates cualquiera. Río al pensar eso mientras salgo y ahí está el observando cada paso, frente a su auto (Siempre he sido malísima con lo de las marcas, modelos y todas esas cosas, pero es un auto, tiene cuatro ruedas) hace un gesto de asombro y se acerca hacia a mi, mientras sonríe.

-Oh nena, que bien te ves, vengo a pedirte que me acompañes a una fiesta, muchos de tus compañeros están allí - Sonríe y me contagia, imito su sonrisa pero con una cara de boba qué gracias al cielo no estoy viendo.

- ¿De veras? Y muchas gracias, no creí que fueras tan caballero - Lo observo y de repente sin pensar salen estas palabras de mi boca - Quien te dio mi numero? Que haces aqui? Como sabes que vivo aqui?

-Carcajeándose, se rasca la nuca, mira a ambos lados y se acerca a mi oído- Te he estado espiando. - Toma mi cintura, me acerca aun más a él, se aleja nuevamente y pregunta entre casi susurros- ¿Iras?

-No puedo evitar sonrojarme, mis manos sudan- No, mejor quedemonos aqui  - Intento imitar su susurro, y es que en el momento que se acercó pude notar que estaba muy tomado, tomo su mano y lo guió hasta la entrada, él solo me sigue como un ciego a su perro.

No dice nada, se sienta en el sofá mientras yo preparo un café y sonrió para mis adentros. Que pervertidos y hasta morbosos pensamientos llegan de repente, esta tan sumiso que cuantas cosas no podría hacerle. ¿Cómo puedo pensar eso? ESTA BORRACHO DAYANNA, CALMA TUS HORMONAS.

Siento unas grandes manos tomar mi cintura, no pude evitar gritar.

-Estabas muy concentrada, eh. - Me gira hasta quedar frente a él.

- Preparar un café exquisito tiene su arte. -Ríe

-Of course nena, ¿me prestas una toalla? - ¿Nena? ¿No puede ser mas perfecto? Nena, nena, nena, esa palabra se vuelve una melodía en mi, en mi mente, ante mis oídos.

- En el baño esta una toalla roja, tomala, esta limpia - Sonrió pícaramente, él se sonroja ante ello y asiente.

Espero a que salga del baño, ya lleva unos cuantos minutos son casi las 5am, que raro ha sido todo. Me quedo viendo fijamente la mesa que esta frente al sofá, hasta que siento la presencia de alguien observándome.

Levanto la vista, lo detallo de los pies a la cabeza, lleva solo la toalla en la cintura, el cabello mojado y alborotado, una sonrisa de medio lado, sus ojos brillan como luces de navidad, ese color verde que poseen en este momento es único, veo como una gota se desliza de su cuello hasta su abdomen y se pierde, puedo notar como algo se tensa en la toalla.

-Andrés, ¿estas mejor? - Por fin hablo, ya se había dado cuenta como lo miraba y a quién engaño, ya las ganas de quitarle la toalla estaban siendo imposibles de aguantar.

- Si, ¿y el exquisito café donde está? - Dice

- En la cocina, imbécil - Me levanto del sofá y me encamino hasta la puerta - Daré una vuelta, ya vengo - Tranco la puerta tras decir eso, niego repetidas veces con la cabeza, necesito fumar con urgencia.

Un orgasmo más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora