4: Mi pescador de hombres

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La noche era fría y silenciosa, pero el tacto de los labios del maestro hacía sentir a Judas una calidez inexplicable. Él no sabía qué pasaría una vez que sus bocas se separaran, ni siquiera estaba seguro siquiera de que en verdad estuviera sucediendo y no fuera un sueño. Al momento que salió de sus pensamientos, sus labios estaban vacíos y Jesús lo miraba con una sonrisa dulce.

- Maestro, yo...

- Judas, he conocido el amor de mi madre, de mis discípulos, del padre; he visto de cerca el amor de dos, pero por primera vez siento que recorre mi sangre

En el rostro de Judas se dibujó una sonrisa y sus ojos se nublaron por unas cuantas lágrimas. Se lanzó a los brazos del maestro, quien lo rodeó con ellos y le acarició el cabello lentamente.

Volvieron a la carpa en la que dormían los demás, y durmieron plácidamente hasta que el sol salió junto con el último día de festejo en las bodas.

Durante las comidas, Judas no apartó la mirada del nazareno en ningún momento. No podía asimilar siquiera lo había sucedido. ¿Acaso había sido correspondido por el maestro?. Al medio día estaba en total sobriedad por la falta del vino que había en la boda, así que decidió corroborar todo en ese estado.

Jesús se levantó de la mesa para ir hacia la familia de los novios y dar su bendición, pero Judas lo siguió y le pidió hablar con él un momento. Salieron de la fiesta y se alejaron un poco, una vez a solas Judas comenzó a hablar.

- Maestro, quise hablar con usted un momento a solas, porque realmente estoy confundido, ¿acaso la noche fue un sueño?,  ni siquiera estoy seguro de haber estado despierto, durante las bodas he bebido vino y ahora no recuerdo muchas cosas pero... Creo haber alucinado ayer.

- Mi pescador de hombres, ¿acaso no has visto el cielo azul el día de hoy? ¿o la comida más apetitosa que antes? Tal vez pienses que fue un sueño, pero la dulzura que trae el amor es real.

Jesús se acercó a Judas y acarició su rostro, entonces Iscariote notó la misma sonrisa que la noche anterior y quedó convencido de que no había sido un sueño. Sus labios se acercaron y podían sentir el aliento del otro, Iscariote solo pudo decir con una voz temblorosa "Mesías" y tomar aire con esfuerzo para después ceder a un beso.

Sentía que en su interior se encendía fuego, y un impulso desesperado le recorría el cuerpo.  Tomó al maestro por la cintura y lo estrechó contra él, su mente se nublaba y la música de la fiesta que se escuchaba a lo lejos, poco a poco se callaba.

Aquel momento fue interrumpido por una voz que llamaba a Jesús a lo lejos, era María, quien se acercaba hacia aquel lugar buscándolo para decirle al mesías que necesitaban ayuda, ya que el vino se había acabado por completo.

Regresaron a la ceremonia, donde tenían preparadas 5 tinajas con agua, las cuales bendijo Jesús. Tomó una copa y la sumergió en el líquido, para la sorpresa de todos, al sacarla esta estaba llena de vino.

Los sirvientes, María y Judas estaban maravillados por aquel milagro, pero dudaban sobre aquel vino. Jesús bebió un trago y después le ofreció a Iscariote, este tomó un poco de la copa y se ruborizó ante aquella bebida maravillosa.

- La bendición de mi padre nos ha sido brindada por este vino, es dulce ¿no? como la calidez de un corazón que ama.

Mientras el mesías decía aquellas palabras sus ojos se fijaban en Judas, quien estaba perplejo, maravillado. Le costaba distinguir si aquella sensación tan agradable era producto de aquel estupendo vino, o de las emociones que desbordaban de sus ser cada vez con más intensidad.

Las bodas finalizaron entre danzas, comida y bendiciones. Todos regresaron a su pueblo, pero ahora algo había cambiado.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2022 ⏰

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