Descolgué el teléfono con sus miradas puestas en mí...
- ¿Quién me habla? - dije con sospechas de quien podría ser.
- No me cuelgues...
- ¿Qué quieres? - dije secamente.
- Verte. Estoy fuera de tu casa.
- ¿Qué? ¿Cómo...? - no me dejo terminar.
-No preguntes. ¿Me dejarás toda la noche morir de frio? Que sepas que no me moveré de aquí hasta verte.
- No quiero verte ¿no te quedo claro?
- No, estoy frente a tu casa.
- No puedo salir - susurré.
- Entonces abre la puerta de tu balcón.
- ¿Qué? ¿Estás loco? - dije frustrada - las chicas están aquí - dije mirándolas; llevaban cara de enojadas las dos.
- Es tarde - miramos hacia afuera y vimos a un hermoso Dylan mirándome fijamente a los ojos. Lo único que nos separaba era la puerta corrediza del balcón.
Colgué la llamada y puse el teléfono en la mesita de noche.
- No harás lo que estoy pensando - dijo Chlo.
- No abras amiga - completó Tay.
- Debo resolver todo esto - susurré.
- Piensa en Zac - y vualá... Con Dylan aquí era imposible controlarse.
Me armé de valor y salí al balcón. La brisa azotó mi cara y mi blusa se levantó un poco dejando ver parte de mi abdomen y a un Dylan con la vista allí.
En ese momento me arrepentí de llevar solo una blusa de tirantes y unos shorts de pijama.
Dylan parecía un Dios, llevaba una camisa gris arremangada hasta los codos con una tremenda vista de sus musculos y de su buen tonificado cuerpo; unos pants marrones ajustados y unos zapatos. De su pelo caían gotas de agua las cuales resbalaban por su cuello y se perdia dentro de su t-shirt.
- Deja de morderte el labio que me provocas y esa ropa no ayuda - dijo en mi oído.
- Lo-lo siento - dije nerviosa - ¿a qué viniste?
- A aclarar las cosas. No soporto pensar que tenemos algo y no quieres saber de mí.
- ¿Tu y yo? - ¿cofundida? Esa era la palabra que me identificaba en ese momento.
Asintió. ¿el y yo tenemos algo?
- No creas que esos besos no han significado nada para mí.
- No deberían causarte nada.
- Esthefany, tengo sentimientos - dijo mirándome fijamente a los ojos.
- Pensé que no conocías esa palabra - susurré.
- Te equivocas - se acercó mucho más a mi cuerpo y me puse más nerviosa de lo que estaba, si eso era posible.
La idea de un Dios griego frente a mí, provocándome pequeñas corrientes de sabrá Dios que cosas y yo con pequeñas piezas de tela en mi cuerpo no era muy legal que digamos.
- Eres demasiado sexi - si no me agarras me caigo de espaldas.
Y como si fuera eso posible, me tomó de la cintura y me aferró aún más a él.
Podía sentir su respiración cerca de mis labios. Sus manos poco a poco iban bajando a un lugar un poco prohibido y eso me estaba matando.
Con su otra mano libre comenzó a acariciarme la frente, los ojos, la nariz, la boca, el cuello y...
- ¡¿Estás loca Stef?!
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Insoportable error
Romance- ¿Qué no te han dicho que eres insoportable? - Lo soy sólo cuando me interesa alguien - dijo rozando levemente mis labios. ----- - Eres parte de un juego, date cuenta de eso - gritó Louis trementamente furioso. - Eso es mentira - dije con lágrimas...