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Un silencio bastante incómodo se hizo presente en aquella oficina haciendo que el menor se sintiera asfixiado.

Cuando el pelinegro entró a la oficina y el joven le había preguntado que si estaba bien, él sólo había respondido con tono duro y seco un "eso no te incumbe".

—Jefe Choi...

—No molestes —. Dijo el mayor aún con molestia mientras leía algunos documentos.

—Iré al baño —. Mencionó Wooyoung obteniendo sólo un asentamiento por parte del contrario.

Se levantó de la silla en la que estaba para luego dirigirse a la puerta y salir del lugar soltando un suspiro de alivio cuando ya estaba fuera.

Por más que su curiosidad por saber por qué el pelinegro había llegado de esa manera tan brusca estaba incrementando, no debía preguntar nada que hiciera que el mayor se pusiera mucho peor. Su actitud no era buena y eso lo sabía.

Salió de la empresa teniendo cuidado de que el jefe no lo viera pues aún no era su hora de descanso. Una vez fuera, caminó hasta el pequeño supermercado que estaba en frente de la empresa. Buscó los ingredientes que necesitaba para preparar algo sumamente sencillo puesto que no le alcanzaba para más, a parte de eso, compró dos botellas de agua.

Sonrió de felicidad cuando le entregaron lo que había comprado después de pagar. No estaba seguro si su superior se pondría un poco "feliz" con lo que haría pero al menos podría intentar que olvidara lo que sea que le haya puesto de esa manera.

—Regresé —. Dijo a la vez que entraba con una bolsa de plástico en una de sus manos.

—Ya me di cuenta, no estoy ciego —. Contestó de mala gana para luego volver la vista a la pantalla de su celular.

El menor, ignorando el tono de voz del contrario, se sentó frente a él a la vez que colocaba la bolsa sobre el escritorio.

—No quiero tiradero en mi escritorio —. Aclaró el pelinegro al ver que el menor estaba sacando algunas cosas de la bolsa.

—Usted... ¿Quiere un... Poco de helado? —. Preguntó con tono de voz dudoso a la vez que mostraba un bote de helado y un tazón de plástico.

El pelinegro lo observó con una ceja  arqueada sin comprender.

—¿Qué carajo crees que haces? Creí que ya te había quedado claro que odio comer en mi oficina —. Le regañó sin muestra de compasión en sus palabras y en su voz.

—Lo sé pero... Sólo quiero que usted... No trabaje con el estómago vacío, sé que no es comida pero al menos podrá... Olvidar aquello que le molesta, aunque sea sólo por un momento —. Sinceró Wooyoung con una mirada de súplica dirigida al mayor.

El pelinegro fijo su mirada en la pantalla de su computadora, tal vez el menor tenía algo de razón. No haber desayunado, como siempre, y luego tener que verle la cara a personas que odiaba para luego llegar a su trabajo con frustración a revisar documentos y solucionar algunos problemas, hacía que su cabeza doliera y sintiera punzadas fuertes.

Estaba estresado.

—Además... Le pondré galletas —. Añadió el menor mostrando un paquete de galletas nuevo.

San rodó los ojos con molestia, cerró las ventanas que tenía abiertas en su computadora y la apagó. No quería hacer nada y mucho menos aceptar la propuesta de su asistente pero estaba tan desesperado que quería mandar todo por el caño.

—Bien. Acepto, con la condición de que no vuelvas a salir de la empresa en una hora que no es tu descanso, ¿Entendido? —. Mencionó el mayor con un semblante serio.

Lo intenté // SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora