En cuanto decidí que ya no valía la pena seguir llorando, pues no importaba cuanto me lamentara por lo que me había sucedido, no podía cambiar el pasado y lo único que podía hacer era intentar cambiar el futuro. Así que había decidido que no me iba a sentar a esperara a que esos malditos científicos vinieran a por mí e iba a intentar escapar por todos los medios posibles.
Después de cómo una hora en busca de algún objeto punzante o con filo que me permitiera romper las cuerdas que seguían atando mis muñecas, decidí que era inútil y que la única opción que me quedaba era la de intentar echar la puerta abajo.
Miré la desalentadora y al parecer firme, puerta de metal y sentí que mi esperanza se iba desvaneciendo. La puerta metálica parecía demasiado fuerte como para que yo pudiera hacer nada por derribarla. Estaba atrapado sin remedio en ese lugar y no había nada que pudiera hacer.
-No- murmuro armándome de resolución.- No.
Miré nuevamente la puerta envuelta en sombras y recordé todo el odio que sentí hacia Lillith cuando supe que era ella quien me tenía. Entonces me di cuenta de que ese odio no era suficiente. Lillith nunca me había importado lo suficiente como para crear un odio suficientemente fuerte como para envenenarme... en cambio, con Noah eso era distinto. Yo lo odiaba más que nada en el mundo, al contrario a lo que había supuesto al principio. Odiaba mucho más a Noah que a Lillith. Es como si a Lillith simplemente la despreciara, pero a Noah fuera un odio y un deseo de venganza tan asesino que casi sentía el toque de mis poderes.
Noah me las iba a pagar todas. Ese hijo de puta iba a sufrir una vez que pudiera liberarme de mis ataduras. No iba a matarlo, no importaba lo mucho que lo odiara, no estaba dispuesto a convertirme en un maldito asesino. Además, matarlo iba a ser algo demasiado fácil, y como Noah se estaba convirtiendo en un maldito nigromante como yo, iba a encargarme de hacerle la vida imposible por el resto de su existencia. Iba a desear estar muerto. Lástima que esa acción no pudiera llevarse a cabo.
Entonces cuando me sentí completamente colmado de odio hacia el traidor que una vez fue mi mejor amigo, tomé impulso y choqué deliberadamente con la puerta en un desesperado intento de tirarla de sus goznes. La puerta resistió el impacto con orgullo, confirmando mis sospechas de que era muy firme. Me iba a costar mucho esfuerzo y muchos moretones el poder tirarla abajo. Pero no me iba a rendir tan fácilmente. Eso jamás. No iba a caer sin pelear. Y yo no tenía ninguna intención de dejar que unos idiotas me lleven para poder experimentar conmigo. Por sobre mi cadáver.
Retrocedí, ignorando el dolor de todo el costado izquierdo de mi cuerpo, y tomé impulso para volver a golpear la puerta. Corrí hacia ella y volví a golpearla con todo, sin poder evitar el siseo de dolor que se me escapó esta vez. Mierda, esa puta puerta era muy firme. Estaba como para contener a un maldito animal salvaje.
¡Maldito Noah!
Volví a tomar impulso. Ya era la tercera vez que golpeaba la puerta y ésta seguía muy bien encajada. Bueno, había que admitirlo, la puerta era de muy buena calidad. Cumplía muy bien con su función: cerrar a cal y canto el sótano. Apreté los dientes y volví a golpear la puerta. Lo hice tres veces seguidas, ignorando el dolor palpitante que sentía en mi brazo y hombro izquierdo. La maldita puerta seguía allí, restringiendo muy bien mi libertad.
No podía dejarme vencer. Debía seguir. Eso era lo que tenía que hacer. Debía seguir intentando, pues solo con la perseverancia iba a lograr algo. Si no me iba a quedar atrapado aquí hasta que vinieran esos humanos a ponerme las manos encima. No pensaba permitirlo. Con solo pensar en el hecho de estar en cerrado en una habitación con espejos polarizados, obligado a vivir allí encerrado mientras ellos me observan como a un perro enjaulado... Eso era demasiado humillante, y no estaba dispuesto a pasar por una humillación como esa. Ni muerto. Aparte del hecho de que podía tener consecuencias graves en mi persona: me podía volver un desquiciado que en la menor oportunidad los mata a todos por solo el placer de matarlos. Eso sería la peor tortura de todas, saber que por culpa de unos humanos idiotas que buscan doblegar todo lo que no conocen, puedo convertirme en algo igual o peor que la mismísima Gran Zorra.
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Traición (Crónicas del Nigromante 2)
FantasyDrake ha muerto e Isabella se siente traicionada por él. Drake la había dejado sola. Pero no es el único que la traiciona, todas las personas que alguna vez afirmaron amarla la están traicionando. ¿De verdad era que nadie podía mantenerse de su lado...