Capítulo 8

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Bruno e Isabella llegaron a Varenna la tarde del viernes, justo antes del anochecer. Bella tenía ensayo al día siguiente en casa de Cate, así que quería estar temprano allí. Bruno, sin saber bien por qué, decidió llevarla y pasar el fin de semana junto a sus hermanas y cuñado. Todavía estaba un poco trastornado luego de saber del embarazo de Cate, pero no sabía bien cómo actuar. ¿Debía buscarla, aunque ella le pidió no verlo más? Lo peor de aquella situación es que necesitaba aligerar su corazón con alguien, pero por ética no podía contarle a nadie sobre un paciente.

Después de cenar, Chiara se sentó junto a él en la terraza de su casa; Bella y Pablo habían salido a dar una vuelta y Luca estaba encerrado en su biblioteca calificando unos exámenes. Chiara colocó su mano en la rodilla de su hermano y recostó la cabeza en su hombro.

—¿Sabes algo? —comenzó—. Esta mañana después de la consulta fui a hacer unas compras mientras aguardaba a que Luca terminase sus clases. En la tienda me encontré con Catarina —añadió—. Ya sé que está embarazada y que tú mismo la atendiste ayer.

Bruno suspiró, aliviado porque su hermana estuviera enterada.

—No podía decir nada hasta que…

—Lo sé —le interrumpió Chiara—. Cate me confesó que había sido algo muy incómodo para los dos.

—Estoy habituado a tratar a pacientes de muchas clases, pero reconozco que ver a Cate y descubrir que estaba embarazada fue algo difícil. No me lo esperaba; pudo habérmelo dicho muchas veces y me lo ocultó.

—Contar de un embarazo es una decisión muy personal, Bruno; lo sabes. Es algo que no puede exigirse. Muchas veces se oculta las primeras semanas, mucho más a alguien que acabas de conocer.

—¿Inclusive a alguien que besaste? —confesó él frunciendo el ceño.

—No sabía que habían avanzado tanto… —reconoció Chiara sorprendida.

—Es cierto que hace poco que nos conocemos, pero desde el comienzo hemos experimentado una conexión muy fuerte. Después de que no nos besamos esa noche me rechazó y dijo que no sentíamos igual y que no quería verme más…

—¡Imagino tu orgullo herido! —rio Chiara a su lado.

Bruno la miró un poco disgustado, pero finalmente esbozó una sonrisa.

—Nunca antes me habían rechazado así, es verdad; también hacía mucho tiempo que no me sentía de esta forma con nadie. En ocasiones me recuerda a lo que sentía por Ana —le dijo con voz ahogada.

—¿Por qué no vas a verla? Hoy la noté preocupada por ti…

—No lo sé; ¿cómo saber si me rechazó por el embarazo o porque en verdad no le intereso?

—Muy fácil: ¡pregúntaselo! —le instó.

—No podría, Chiara. Ella tiene mi teléfono y ni siquiera me ha escrito. Yo no puedo hacerlo porque ni siquiera me ha dado el suyo.

—Tiene que pensar en lo que debe sentir ella: una madre soltera, con un embarazo no planificado y que además puede afectar su carrera… Yo como artista plástica puedo seguir creando hasta el momento justo de dar a luz, pero Cate no volverá a pisar el escenario en mucho tiempo. Son demasiados los sacrificios que debe hacer por cumplir el sueño de ser madre, y aunque valgan la pena, cuando uno está solo alberga muchos temores. Es probable que una mujer en su condición se resista a atar a un hombre con una responsabilidad que no le corresponde.

—Tienes razón: son muchas las cosas en las que debe estar pensando ahora mismo; en cambio, yo solo pienso en ella.

—Pues piensa en algo muy importante: ¿es el embarazo de Catarina un motivo de peso para que te alejes de ella?

El dulce adagio ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora