Capítulo 11

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En la tarde Cate llegó a casa de su familia; a quien primero vio fue a Valeria, que se hallaba en el invernadero trabajando. Su prima la saludó de inmediato, pero debía atender a unos clientes, tiempo que Catarina utilizó para acercarse con interés a las flores, en especial a las jardineras de lirios que eran sus favoritos.

—¿Pensando en el doctor Stolfi?

La voz de su prima la hizo sobresaltarse.

—Cielos —dijo llevándose una mano al corazón y sonriendo—, me distraje y no te sentí llegar.

—El último de los clientes ya se marchó y no creo que a esta hora vengan más. ¿Cómo te fue en casa del doctor?

—Las noticias vuelan…

Valeria rio.

—Estaba preocupada por ti y por Gabriella —añadió con mayor seriedad—, fui a verte a la casa en la tarde y no te hallé. Cuando hablé con Pablo me contó que Isabella le había dicho que pasarías la noche en su casa.

—Esos chicos no son nada discretos. Hablando de ellos, ¿has tenido noticias de la audición?

—Todavía no, y estoy algo preocupada. De cualquier forma, Catarina, te estás desviando del asunto…

Cate le guiñó un ojo y tomó un lirio de la jardinera para llevarlo a su nariz.

—Luego del aeropuerto fui a casa de Bruno. Quedé un poco abrumada con lo que sucedió con nuestras madres y no sabía si venir a esta casa tan pronto…

—¡Qué dices! Siempre podrás venir; Gabriella también. Te confieso que estoy aturdida con lo que descubrí respecto a ellas y mi padre, pero es el pasado y allí debe quedar. Es mejor no hablar mucho sobre eso. Creo que Gabriella tiene sus motivos y mi madre los suyos.

—Tienes razón. Pues bien, como te decía, fui a casa de Bruno cuando dejé a mamá y él me invitó a pasar la noche en su casa. En la habitación de huéspedes —aclaró—. Son muy buenas personas y me siento bien con ellos.

—Te gusta él, ¿verdad? Pablo me lo ha dicho…

Cate se ruborizó por completo. Su primo sin duda tenía la lengua bastante larga…

—Algo hay, pero es demasiado pronto, y además estoy embarazada…

—El corazón no entiende de esas cosas; siempre se es mujer, en cualquier situación. La maternidad supone que nuestro hijo sea una prioridad en la vida, pero no por eso dejamos de ser mujeres, con ilusiones, sueños y aspiraciones.

—Tú has estado demasiado tiempo sola luego de tu divorcio, Valeria. Creo que deberías pensar más en esos sueños e ilusiones de los que hablas.

Ella se encogió de hombros.

—Puede que tengas razón, aunque estoy saliendo con alguien…

—¿Con quién? ¿Lo conozco? —preguntó Cate interesada.

—Se llama Giulio, es dueño de un bar cerca de aquí. Yo soy tres años mayor que él…

Cate abrió los ojos como platos.

—¿El dueño de La Dolce Vita?

—¿Lo conoces? —Valeria estaba sorprendida, ya que Cate llevaba muy poco tiempo en la ciudad.

—Es amigo de Bruno. Me llevó a allí la noche de San Giovanni. Me pareció una excelente persona.

—Lo es, aunque estamos yendo muy despacio. No se lo he dicho a Pablo, porque no quiero que se preocupe con algo que no sé a dónde nos llevará. Mamá sí lo sabe y me apoya.

El dulce adagio ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora