Capítulo 17

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El día antes de la presentación, Bella llegó a su departamento de regreso de la compañía con un sobre en las manos, que dejó en las piernas de Bruno con una enigmática sonrisa. Su hermano la miró frunciendo el ceño, no tenía la menor idea de lo que podría ser.

—Cate me pidió que te diera esto —le explicó su hermana menor, guiñándole un ojo.

Bruno no contestó, salvo para darle las gracias. Estaba intrigado por lo que podría contener, pero no quiso demostrar su ansiedad frente a su hermana.

—Iré a darme un baño, estoy agotada —le dijo Bella—, así podrás revisar el contenido de ese sobre con tranquilidad.

Bruno se quedó finalmente a solas: el sobre estaba sellado, por lo que tuvo que abrirlo con cierto cuidado. Dentro había una entrada para la función del día siguiente, en platea, así como una tarjeta que parecía casi infantil, ya que por fuera venía ilustrada con Aurora y el príncipe Felipe, los dos personajes principales de la película de Disney. Cuando la abrió, el sonido del vals de La Bella Durmiente inundó el lugar. La tarjeta tenía dentro una pequeña caja de música que reproducía la conocida melodía de Chaikovski, que compartían tanto el ballet como la película animada.

En el interior de la tarjeta, la bonita caligrafía de Catarina llenaba por completo las dos caras de la tarjeta. Era la primera vez que veía su escritura, pero era bonita y clara, tanto como ella. Su corazón se inundó con la suave cadencia de la melodía, pero sus ojos viajaron por las líneas que ella había escrito para él.

“Querido Bruno:

Me gustaría mucho que fueras mañana a la función, pues en mi corazón estaré bailando para ti... Mi vida, como la de Aurora, no ha sido sencilla, pero creo como ella en los finales felices o, mejor, en los comienzos.

No hace falta que seas un príncipe para romper el hechizo de mi soledad o de mi tristeza. Me basta con que el amor de mi vida lleve bata blanca, sepa cocinar, y me despierte siempre con un dulce beso. Sí, el amor de mi vida: has leído bien. Sé que hemos estado más tiempo separados que juntos, pero te quiero, Bruno. Te quiero desde ese primer momento en el que te sentaste a mi mesa y mi invitaste a Varenna.

Lamento si no supe hacer bien las cosas; amar es un arte tan difícil como la danza en puntas. En bailar tengo práctica; en amar, no. Sin embargo, cuando estoy contigo, siento que puedo alcanzar la perfección en ese maravilloso adagio que es la vida en pareja. No necesitas ser un partenaire, solo necesito que seas mi compañero. Esta vez, para siempre.

Mañana haré de Aurora; fingiré recibir un beso de un bailarín a quien apenas conozco y resucitaré frente a los aplausos del público en esa magia que llamamos ballet. A pesar de ello, los dos sabemos que los únicos labios que deseo besar eternamente, son los tuyos y que la única magia que realmente me importa, es tu amor.

Te ama siempre,

Tu Catarina”.

Bruno agradeció que Bella no estuviese en el salón, o habría atestiguado como unas rebeldes lágrimas se abrían paso por sus mejillas. Ella lo amaba y él a ella… En su corazón se mezclaba la alegría, la ansiedad, y ese sentimiento tan hondo que había experimentado por Catarina desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron.

Quiso llamarla, quiso ir a verla, pero pensó que era mejor aguardar al día de la función. Quería reciprocar de alguna manera aquel gesto, y demostrarle cuánto la amaba en realidad. Para ello, llamó a casa de Valeria en Varenna, pues necesitaba corroborar algo.

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