Capítulo 16

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Gabriella se dirigió a la habitación de Cate donde ella descansaba. La bailarina estaba leyendo un libro o más bien, terminando El niño del pijama a rayas, que no había podido concluir, porque la temática la ponía un poco melancólica. Pensar en el libro la hacía recordar a Bruno. La verdad es que no había dejado de pensar en él, y ahora veía las cosas con mayor claridad: se había equivocado mucho al tratarlo como lo hizo. Incluso estando desolada, debió tomar en cuenta que él también sufría.

—Hola, cariño —le dijo su madre con dulzura—, he querido venir para contarte algo.

—¿Qué es? —Cate apartó el libro y miró a su madre con curiosidad.

—Sabes que mi contrato aquí en Londres está próximo a vencerse. Pues bien, me han pedido renovarlo, así como contratarte a ti como bailarina principal.

Cate no sabía qué responder. Era una excelente propuesta, pero…

—¿Qué opinas tú, mamá? —quiso saber ella.

—Creo que es algo que no debemos despreciar. Sin embargo, y para hacer la cosa más interesante, he recibido una proposición semejante de La Scala esta misma mañana.

—¿Lo dices en serio? —Cate no lo podía creer—. ¿Para las dos?

—Sí, para las dos. Debo advertirte que la paga del Royal es más alta, aunque uno u otro trato tienen sus ventajas.

—En Milán nos sentiríamos como en casa —reflexionó ella—. Tenemos la vivienda en Varenna, es nuestra tierra y…

—Y allí están los Stolfi, o más específicamente, Bruno —concluyó su madre con una sonrisa.

Cate se ruborizó al escucharla.

—Ya sabes cómo terminaron las cosas entre nosotros, mamá —le recordó ella—. No creo que Bruno se alegre mucho de que yo regrese, luego de que todo quedara tan mal entre los dos. Ni siquiera me ha llamado y…

—Ni tú tampoco a él —le interrumpió su madre—, y fuiste tú quien salió corriendo. Entiendo que hayas tenido tus razones, cariño, pero pienso que, si de verdad lo quieres y pretendes recuperarlo, debes hacer algo muy pronto. De todas maneras, eres libre de elegir el contrato que más te convenga.

—Preferiría establecerme en Milán, mamá.

—Yo también —reconoció Gabriella—, pero no quería presionarte. Hace tiempo que añoro volver a casa, y ahora que las cosas con tu tía están mejor, creo que es el momento indicado.

—Yo también lo creo.

—Sabes quién llorará con esta noticia, ¿verdad? —se rio su madre.

—¡Terry! ¡Me ha tomado tanto cariño!

—Iré a llamarlo para invitarlo a cenar y darle la noticia.

—Invita también a Martin, al parecen han vuelto —le comentó su hija.

—¡Me alegro por los dos! ¡Hacen una linda pareja!

—¡Me alegro por los dos! ¡Hacen una linda pareja!

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El dulce adagio ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora