La Caza de St. Marie

Capítulo 3

Y en casi por los mismos tiempos, pero en otra parte del mundo.

Mientras el carruaje se alejaba de allí y se dirigía al puerto, Gianna pensaba en todo lo que había pasado y lo que pasaría en ahora en adelante.

Cuando llegó al puerto, inspiró hondo y bajó del carruaje. Agarró fuertemente el equipaje y se dirigió hacia el barco borrando todos sus malos recuerdos.

Al subir al barco, lo primero que hizo fue dirigirse hacia su camarote para dejar su maleta. Cuando la dejó se dirigió hacia afuera, se apoyó en la barandilla admirando como el barco empezaba a zarpar hacia su nueva vida.

-Bonito paisaje. -dijo alguien detrás de ella.

Al escuchar aquella voz Gianna se giró y allí parado se encontraba un chico, más mayor que ella, deducía que era italiano, aparte de que le había hablado italiano, por sus ropas y su aspecto. Que iba a saber ella que ese chico la llevaría a la perdición.

-Sí, el mar es precioso. Gianna, Gianna Belluci.

-Alessandro, Alessandro D'Angelo.

Ella extendió la mano con intención de estrecharle la mano, pero él cogió su mano y le dio un beso en los nudillos de esta. Gianna se sonrojó levemente y empezaron a dar un paseo mientras hablaban, hablaban de ellos, sus aficiones, sus historias.

Los días pasaron y llegaron a España, Valencia concretamente. Durante el viaje, Alessandro y Gianna se conocieron más afondo e hicieron buenas migas. Al parecer el chico volvía a España porque tenía un bar y había ido a Italia de visita y a gestionar unas cosas. Él le ofreció sitio en su casa para quedarse allí unos días sin pensar que sería más tiempo.

En Valencia estuvo durante un año y medio, empezó a trabajar de camarera en el bar del chico, aprendió algo de español y hasta empezó una relación con Alessandro, Gianna pensaba que su vida estaba mejorando.

Hasta que una noche Gianna fue despertada por Alessandro, este estaba muy alterado.

Le gritaba a la chica que hiciera la maleta y pronto la sacó de allí.

—¿Que ocurre Alessandro? -gritó sorprendida Gianna harta de la situación

—¡Luego hablaremos! Fueron los dos chicos hasta el coche y corriendo Alessandro lo puso en marcha.

Casi a una velocidad de vértigo salieron de Valencia. Tres horas y media después llegaron hasta Ciudad Real.

Y pararon en un área de servicio. Al salir le pegó una bofetada a Alessandro.

—¿Que cojones pasa aquí? -dijo enfadada

—Baja la voz. Nos persiguen unos tipos porque les debo dinero. Mucho dinero.

Gianna se quedó sorprendida, ya que él no solía ser así. Fue hasta el baño y en la puerta un chico la agarró de los brazos.

—Hola muñeca. ¿Qué te trae por aquí?

Gianna le pegó un rodillazo en el vientre haciendo que el hombre se doblase de dolor. Sacó una navaja y le apuñaló. Corriendo fue con Alessandro.

—Larguémonos de aquí.

Casi corriendo pusieron el coche en marcha y se alejaron de allí intentando encontrar un sitio seguro.

Horas y horas conduciendo, cruzaron la frontera y llegaron hasta la capital portuguesa, Lisboa.

Se hospedaron en el primer hotel que vieron conveniente, ya que ni era muy grande ni muy famoso.

Gianna estaba encantada de estar allí, pero no sabía que trampa le iba a caer encima.

Una noche mientras Gianna dormía, Alessandro cogió su maleta y la abrió. Entre su ropa había paquetes, llenos de droga. Metió los paquetes entre las ropas de ella y al día siguiente, antes de que se despertara, avisó a la policía.

La policía tocó a la puerta de la habitación del hotel.

Gianna no entendía nada de lo que estaba pasando y no abrió la puerta, la policía entró, abrió la maleta y vieron los paquetes.

—¡Eso no era mío! -dijo en español y algo alterada.

La policía le arrestó y le llevaron a la cárcel. Gianna estaba muy sorprendida, no se lo creía. Pero luego al no ver a Alessandro se dio cuenta de todo, él le tendió una trampa.

—¡Me las pagará!

Entre reja y reja la italiana estuvo durante un año hasta que cumplió los 16 años. Un día que su libertad condicional había empezado aprovecho y se escapó de allí colándose en algún autobús y volvió a pasar la frontera. Siguió pasando de autobús en autobús hasta que pasó la frontera española y llegó a Francia.

Se alojó en un pequeño hostal al sur de Francia y aprovechando que era el tiempo de vendimia, estuvo ayudando por varios viñedos para sacarse un dinero. Entonces cayó enferma y los dueños del hostal la mandaron hasta París. Con el dinero que había ahorrado la chica se estaba pagando el hospital y los cuidados. Estuvo un mes muy enferma hasta que se recuperó del todo y se quedó en París a vivir.

Estuvo trabajando en varios trabajos, así estuvo unos meses hasta que cumplió los 17.

Y hasta que un día, en la biblioteca de allí escuchó algo que la dejó maravillada. Una historia, de un tesoro, en Irlanda. Concretamente en Limerick. Estaba decidida a ir. Así que ahorró mucho dinero.

Fue de viaje hasta Dunkerque, para ir directamente. Al bajar de la estación de tren, se chocó con alguien. Cuando iba a protestar le vio que ya iba lejos, él iba rápido, en lo que se fijó fue en su pelo rubio con algunos reflejos castaños. Suspiró y siguió su camino.

Llegó hasta el aeropuerto, no quería irse en ferry, vio que las aguas estaban demasiado revueltas y descartó la idea, al llegar allí estuvo preguntando por los vuelos y se alegró cuando le dijeron que había uno directo hacia Limerick.

Pagó el billete y pronto se dirigió hasta el avión. Horas después bajó de las escaleras sintiendo el aire irlandés, cerró los ojos disfrutando del aire y luego se dirigió hacia el centro de la ciudad. Se hospedó en un modesto hostal.

Hasta que, a los dos días de estar allí, en un pub que había empezado a ir, conoció a una chica poderosa, una de las más ricas de allí. Con ella conoció a gente muy importante, un día de estos conoció a un mafioso apellidado Murphy. Este hombre llevaba la red de droga más grande de Irlanda. Estaba maravillada con los integrantes de su equipo así que un día de estos, estando solos, le metió un tiro en la cabeza. Algunos de sus trabajadores fueron con ella, dejaron las drogas y se dedicaron a otra cosa.

Poco a poco Gianna, con su carisma, más maleantes se unieron a ella, formando una poderosa mafia.