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Estaba delicioso el desayuno, de eso no había duda y tampoco había duda de que la comida también enamora.

-Cielo, estaba muy delicioso esto- Dijo luego de limpiar sus labios.

-Qué bueno que te gusto mi vida- Le guiño el ojo, ambos rieron.

-Mi vida... ¿Puedo preguntarte algo?- Ella asintió con la cabeza. -¿Me dejarías plantado en el altar?- Raquel frunció el ceño.

-¿Qué clase de pregunta es esa Marquina?-

-No lo sé, solo tengo curiosidad-

-Te quiero ¿okey? Y jamás haría algo que te lastimara- Comenzó a recoger los restos del desayuno para salir de la habitación.

-Raquel- Ella volteo cuando su cuerpo estaba por desaparecer de la habitación. -Yo también te quiero y mucho- Sonrió.

Eso era ¿un sí o un no? Se sentía estúpido, un completo estúpido. De seguro Raquel estaría pensando que él comenzaba a volverse loco.

¿De dónde había salido aquella absurda pregunta? Si él le propusiera matrimonio era porque la amaba y si ella aceptaba era porque obviamente ese amor era correspondido y jamás lo dejaría plantado aunque tal vez era miedo pero miedo ¿de qué?

Miedo a fallar.

Miedo a decepcionarse.

Miedo a fracasar.

-El miedo siempre es una barrera- Susurro secando sus manos.

Le resto importancia a aquel comentario, por ahora debía ir a su casa, debía ir por un poco de ropa y tal vez, debía no ir.

-Oye Sergio- Grito desde el pasillo aproximándose a la habitación.

-Dime...-

-Voy a mi casa por algo de ropa-

-Y ¿volverás?- Raquel lo miró e hizo una mueca con los labios.

-Pero si te dije que sería tú enfermera-

-Bueno, está bien- Se disculpo. Raquel se deshizo de aquella camisa y fue por su vestido y aunque no quería usar los tacones, tenía que hacerlo.

-Ya vuelvo- Se llevo su mano a la boca lanzándole a Sergio un pequeño beso.

Escucho la puerta cerrarse y volvió a prestarle atención a la televisión, había un partido de fútbol que presenciar y más este, era muy importante.

España vs Francia.

Iban empatados y si ninguno desempataba, se irían a penales, ojalá y su vida fuera así de fácil... Preocuparse sólo por ganar un partido de fútbol aunque luego de unos minutos rectifico.

-Si fuera un jugador, tendría que ganarle a la vida, tendría que desempatar y ganar pero... Hasta eso es difícil- Dejo los pensamientos a un lado y se concentro en el partido.

Quizás unas siete u ocho mudas de ropa sería suficiente aunque Raquel sabía que muy pronto toda su ropa le haría compañía a la de Sergio y esa idea, le agradaba, le agradaba ser su novia, le agradaba ser parte de su vida, le agradaba hacerle el amor.

Introdujo la última muda de ropa que le quedaba en una maleta y aún le sobraba tiempo por lo que decidió darse un baño, relajarse completamente bajo el agua y así fue... Ya en la ducha, había recordado la letra de una canción y para liberarse aún más, comenzó a cantarla.

-Queda, que poco queda de nuestro amor apenas queda nada, apenas ni palabras, queda, queda solo el silencio que hace estallar la noche fría y larga, la noche que no acaba...- Cerro fuertemente sus ojos mientras enjabonaba su cuerpo. -Solo eso queda, solo quedan las ganas de llorar al ver que nuestro amor se aleja, frente a frente bajamos la mirada pues ya no queda nada de qué hablar- Agrego a su cabello un poco de shampoo, lo masajeo lentamente para luego empaparlo de nuevo con el agua de la regadera y luego prosiguió con aquella canción. -No queda nada... Queda, poca ternura y alguna vez haciendo una locura, un beso y a la fuerza, queda, queda un gesto amable para no hacer la vida insoportable y así ahogar las penas, solo eso queda- Cerro el grifo de la regadera, seco su cuerpo y salió.

Amor asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora