Reencarnación para proteger (Goku en mushoku tensei)(subida regular)

35-NUEVAS EXPERIENCIAS

Con seriedad la guardia veía la gran cantidad de bestias mágicas, viendo con una gota de sudor como el saiyajin ni reaccionaba ante esa masa, aunque era de esperarse si pudo contra cantidades similares todo este tiempo. Así sin decir una sola palabra, cargo su arco que era su arma principal, mientras que las dagas con las que contaba eran secundarias.

Para nada nada más dar el primer el golpe, verse como dio inicio a la gran masacre que se vendría, confundida vio como no tomaba ninguna pose de batalla, en contra del grupo de lobos que se le acercaban, poniéndola nerviosa al ver como ni siquiera desenfundaba su espada.

-¡Maldición qué es lo que haces!- gritó la elfa nerviosa al ver como tenía la mandíbula del lobo en su cuello.

Moviéndose lo más rápido posible sacaba tres flechas, esperando que pudiera salvar al humano antes de su muerte, pero impactada veía como el animal pasó de largo, haciéndole detener su tiro, al observar como es que pareciera como desapareciera en el mismo aire, pero de la nada algo llamó su atención.

Un fuerte estruendo se sintió, viendo como es que el saiyajin se encontraban en medio del grupo de bestias, dejando impactada como haciendo leves movimientos esquivaba a todos, desde los lobos que se abalanzan a él, o el grupo de treants que atacaban con sus raíces, e incluso las armaduras sombrías, que para cualquier aventurero podría ser peligroso, pero ante sus ojos vio como de un simple golpe destrozó la armadura.

Viéndose como miraba a la elfa, sin prestarle atención al gran grupo de bestias de su alrededor, que después de ese ataque, llegaron a dudar si enfrentarse al guerrero enfrente suyo, para así una sonrisa salir por parte del saiyajin.

-Tienes una buena puntería, pero si sólo puedes disparar una vez no sirve de mucho- dijo Goku esquivando un ataque de una bestia.

-¡No me subestimes!- gritó la elfa molesta.

De la nada las tres flechas que tenía cargadas, nada más tensar el arco salieron clavadas en contra de tres bestias, las cuáles murieron sin poder reaccionar, viéndose como es que atacó en sitios específicos pata la vitalidad.

Sin decir nada el saiyajin se quedaría viendo a la elfa, mientras usaba sus flechas con gran rapidez y elegancia, para al instante que una bestia se le acercaba de más, de un golpe con su arco lo aturde, para al siguiente movimiento sacar una de sus dagas, con la que terminaría la vida del animal.

A él nunca le habían llamado la atención los arqueros, siempre pensaba que eran muy poco interesantes, ya que a diferencia de los guerreros y espadachines, muy pocos poseían una buena fuerza física, o como lo magos un buen control del maná, sin destacar por una de las dos cosas, siempre terminaban como apoyo, y no es que fuera algo malo, porque en realidad eran esenciales en los grupos, pero para el saiyajin que uno de sus mayores gustos era enfrentar a gente fuerte, nunca se interesó en los arqueros.

Había llegado a conocer a varios muy interesantes, unos capaces de lanzar flechas a kilómetros de distancias, y otros que eran unos genios en estrategia, lo que le recordaba de sobremanera a su ex-compañero, o sea Sandro, quién lo consideró como un genio en el ámbito de la estrategia.

Pero nunca había conocido a alguien capaz de usar esas tres bases, la elfa contaba con un poder mágico decente, viéndose como es que susurraba conjuros, los cuáles potencian la velocidad de sus fechas, para junto a un puntería perfecta le hacía imposible a las bestias esquivarlo, más su habilidad que demostraba una buena habilidad en el combate físico, le dejó más que sorprendido, haciendo que se emocione levemente por lo que había visto.

La elfa a una gran velocidad se posicionó en la cara de una armadura sombría, clavando una flecha en el huevo de su cara, lo que lo dejaría inmóvil por unos momentos, aprovechando esa abertura para usarlo como plataforma de salto, impulsándose al aire, mientras lograba tener un mejor panorama de lo que sucedía, lanzaba flechas consecutivas a todos las bestias de su alrededor, para justo al caer sacar su daga con la cuál remata a la armadura.