Capítulo 10

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Presente
Noviembre, 2026

Ya no necesitaba seguir a Harry y a Alabama. Era la tercera vez que hacían la ruta de la granja, y le había bastado para memorizar el camino. Aun así, él y Shadow se mantenían unos pasos por detrás de ellos, en un trote suave a través del bosque que eventualmente les llevaría al primer punto de control.

—Oye —dijo Louis, rompiendo el silencio por primera vez desde que abandonaron la ciudad. Escuchó que Harry respondía con un sonido suave de labios cerrados—. El otro día no te lo dije, pero... tengo que darte las gracias por haberle dado un gato a Zayn.

Él echó un vistazo hacia atrás, mirándole de reojo y haciendo una mueca con la que le quitó importancia.

—Los tenía repetidos.

Louis no pudo evitar toser una risa.

—¿Eso ha sido un chiste?

—Un intento. —Se encogió de hombros; aún le miraba por encima de uno de ellos, y tenía una media sonrisa que casi le marcaba un hoyuelo. Louis encontró la crin de Shadow increíblemente interesante en ese momento, y bajó veloz la mirada junto a la sonrisa que se le había contagiado—... ¿Cómo lo ha llamado?

—Cosmo —dijo. Por el rabillo del ojo le vio asentir—. ¿Lo apruebas?

—No está mal.

—Teniendo en cuenta que Sopita fue una opción, yo diría que está genial.

Harry rió, meciendo la cabeza. Aún seguía devolviéndole la mirada, apenas dirigiendo a Alabama. Ella parecía saberse el camino mejor que los dos juntos.

—Al final yo también me he quedado uno —reveló Harry.

—Oh. —Alzó las cejas, acelerando el paso de Shadow con disimulo para acercarse; se colocó a su izquierda—. ¿Cómo se llama?

—Dorian.

—¿Por el libro?

Él asintió.

—... Y porque es gris.

Louis emitió una risilla.

—Tiene sentido —dijo, doblando los labios en una mueca pensativa. Se miró las botas sobre el estribo, llenas de diminutas marcas de colmillos—... ¿También muerde todos los zapatos que encuentra?

—Peor. Muerde los cables. —Chasqueó la lengua—. La noche de Halloween estuve a punto de quedarme en casa para tenerlo vigilado. Aún me da miedo dejarlo solo mucho tiempo.

Louis apretó los labios. Le surgieron preguntas peligrosas al instante. ¿Por qué tenía que quedarse a vigilarle? ¿No vivía con nadie más que pudiera hacerlo cuando él no estaba? No podía vivir solo, ¿o sí? No muchos en la ciudad lo hacían. La soledad no solía ser bienvenida por nadie en el fin del mundo.

Lo único que sabía era que no vivía con Spencer, ni con Alex. En su momento llegó a pensar que Phil le había hecho un hueco en su casa —teniendo en cuenta lo mucho que conectó con él cuando llegaron a la ciudad—, pero Phil ya no estaba. Y, que él supiera, Harry no tenía relación con nadie más.

—¿Dónde vives?

Una vez más, le ganó la curiosidad. Se arrepintió de su pregunta en cuanto Harry puso sus ojos sobre los suyos, con las cejas sutilmente alzadas, como cada vez que no esperaba escucharle cruzar ciertos límites.

Pero antes de poder decidir cómo disculparse, Harry abrió los labios:

—Cerca del cementerio.

Louis parpadeó. La información a digerir no era densa, pero su cerebro tardó de más en procesarla. Porque le había respondido. Igual que lo había hecho con el resto de las preguntas invasivas que tampoco había podido parar a tiempo, sí, pero no por ello le pillaba más preparado.

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