CAPÍTULO 2

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Maurizio Cirigliano Labela.


— Yo... — dudo, pero habla al final — trabajó con Maurizio.

—Pues no lo parece, debemos irnos de una vez, Dioniso.— digo en un tono serio desde la puerta del local— hace más de 10 minutos debíamos irnos, maldita sea. — Ambos me miran, ella sorprendida y él con esa mirada de molestia, si no fuera mi amigo...

—Ya voy, jefe, ya voy.—lo dice con ese desinterés habitual que tanto me molesta— me tengo que ir.—saluda a la bella Dianora, camina en mi dirección, cuando intenta pasar por mi lado pongo una mano en su pecho para detenerlo.

—Te he dicho muchas veces que ese tono me molesta, por muy amigos que seamos en el trabajo me respetas.—demandó con frialdad, noto como este agacha la cabeza por un momento en sumisión, pero luego me mira con desdén.

—Como sea.—Resta importancia, pasa a mi lado y sale de la cafetería, observó a Dianora con una sonrisa para después seguir el camino que tomó; en segundos lo igualó, lo tomó del brazo volteandolo en mi dirección, agarró las solapas de su saco.

—Sigue así y te ganaras un buen golpe, Dioniso.—Está tenso ante mi agarre, su mirada destila enojo al igual que la mía, suelto una solapa, hago un puño la mano para propinarle un golpe, él hace lo mismo, pero no llega el impacto de ninguno porque alguien nos detiene, volteo mirando a Fabrizio.

—Señor, sé que está molesto, pero debe controlarse y no llamar mucho la atención—Intenta calmarme, solo suspiro, suelto a Dioniso, camino en dirección al auto, subo en la parte de atrás.

—Tu, sube, iremos a cobrar unos favores—señaló a Dioniso, este asiente serio para después subir en el asiento del copiloto— Tu, entra a la cafetería, pide disculpas, fijate que nadie diga nada, eso es todo.—ordeno a fabrizio, este asiente, yo solo doy una seña al conductor para que nos vayamos.

—¿Por qué no le dijiste lo del traidor y de convencer a Ernesto?—pregunta Dios.

—Porque...


Fabrizio Lombardi D' Angelo.


Entró a la cafetería, observó su decoración, como se mira el ambiente, es agradable e incluso muy acogedor, me recuerda mucho a...

Mis pensamientos se ven afectados por la voz de una chica, una hermosa, pero pequeña chica.

—Hola, sea bienvenido a la cafetería Mansini, por favor sígame a la mesa.—Habla tan rápido que no me da tiempo de negarme, camina en dirección a una mesa en la esquina, junto a una ventana, por cortesía la sigo y tomó asiento.

—Dame un café, por favor, después necesitaré tu ayuda...—Observo su gafete con detenimiento— Dina, para que nadie salga del local por unos 20 minutos.—Está asienta, parece ignorarme, se da la vuelta y se marcha a atender a más personas.

Mi mirada se pasea por todo el lugar, noto como hay parejas e incluso familias, se ve que es un lugar muy acogedor, además que higienico con lo limpio que se nota todo, además... ¿Ese chico me guiñó el ojo?

Camina en mi dirección con una soltura digna de una chica en concurso de belleza, pareciera la reina de la cafetería Mansini.

—Hola, ¿como estas, cosita linda?—Me shockeo un poco ante lo que dijp, el me observa mientras toma asiento— Por lo que veo es la primera vez que te coquetea un homosexual, guapo— Lo ultimo lo susurra reclinado hacia enfrente para hacer privacidad— Bueno, te lo pierdes.—se ofende, se levanta y me tira un beso para después irse agitando las caderas como una diva total.

Misteco #1 [𝗧𝗿𝗶𝗹𝗼𝗴𝗶𝗮 𝗣𝗲𝗿𝗶𝗰𝗼𝗹𝗼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora