CAPÍTULO 3

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Maurizio Cirigliano Labela.


Miro de reojo el reloj que adorna mi muñeca, las personas van llegando pero no aparecía quien me interesaba, además DIoniso desapareció desde temprano y ni se molestó en avisar, después hablaría con el.

—Maurizio, ¿qué haces acá?— La voz de mi padre logra que salga de mis pensamientos, este tiene las cejas fruncidas, me da gracia su cara de confusión.

—Padre, estoy esperando a nuestro invitado especial.  —respondo a su pregunta, mientras una gran sonrisa se posa en mi rostro.

—¿Ernesto?—Pregunta, solo asiento, su cara pone una expresión de total sorpresa—¿pero como...?—Deja la pregunta a medias, pues lo interrumpo.

—Tan sencillo como insistir más, además de hacer unos trabajos.—Miro a este, entiende enseguida.

—Será mejor que te prepares.—Advierte con gracia, se da media vuelta retomando el camino por donde vino.

Yo asiento más para mi que para él, la verdad es que Ernesto es un hueso duro de roer, pero no para mí, proponiendoselo lograré que entre de nuevo. Además amenazar con contar la verdad a su pequeña hija, era más que suficiente para que aceptara.

Casi como si escuchara que hablo de él, aparece con una cara de pocos amigos.

—Ernesto Mansini—Alardeo con jovialidad, el me mira con cara de pocos amigos—Es grato tenerte por aca, aceptando mi invitación.—Sonrió mientras le ofrezco la mano en forma de saludo.

—No te pases de listo conmigo, niño—Su tono irritado es notorio, pero aun así toma mi mano dando un apretón.— Espero que cumplas tu palabra y dejes a mi hija fuera de estos asuntos.—comenta mirándome fijamente, realmente impone pero no me da miedo para nada.

—Claro, te di mi palabra, por aca no estará.—Afirmó con una sonrisa, este solo asiente para después pasar a mi lado e irse por el mismo camino que fue mi padre.

Una hora después de seguir recibiendo personas de alto nivel económico, familias aliadas y otras personas de alto renombre que me interesan poco, llega una limusina de donde bajan un grupo que reconozco de inmediato, enseguida salgo y me pongo frente a ellos.

—Hola, buenas noches. —Estos me miran, en especial la hija de Mancini, se mira tan excelente en su vestido rojo que siento mi baba salirse, DIoniso carraspea la boca, logrando sacarme de mi ensoñación. —¿Puedo saber qué hacen acá?—preguntó con genuina curiosidad, en especial a mi mano derecha.

—Nos invitaron—responde Guiliano y Dina a la vez, los reconozco por la cafetería.

—Entiendo, pueden esperar un momento aquí, por favor. —Estos asienten, con la mirada hago que DIoniso se separe de ellos y me siga un par de metros.

—¿Qué pasa?—pregunta, suena tan desinteresado.

—¿Que que pasa? ¿Por qué mierda las invitas? Tu sabes que su padre la quiere lejos de estos ambientes y se lo prometimos por igual.— gruño en molestia, esto pone mala cara.

—¿Crees que no lo se? Pensaba evitar que vinieran, pero es tan terca, además no fui yo, fue el idiota de Fabrizio.—Este se pasa una mano por el cabello, ese gesto me dice que está nervioso, después sacó su cajetilla.

—Deja esa mierda y vamos por ello...—Me detengo a media oración cuando noto que ya no están. —Maldita sea, buscalos y evita que se acerquen a Ernesto, se nos irá el plan al caño si se encuentran.— Camino en dirección a la casa, cuando entró lo primero que veo es a los amigos de Dianora tomando, me intento acercar a ellos para preguntar por esta pero no lo necesito cuando veo cómo mantiene una discusión algo acalorada con su padre.

Misteco #1 [𝗧𝗿𝗶𝗹𝗼𝗴𝗶𝗮 𝗣𝗲𝗿𝗶𝗰𝗼𝗹𝗼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora