Capítulo V - La boda

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El pánico en Mónica después de que dije esas palabras fue tanto que me obligó a calmarme.

—Moni, cariño, calma, todo estará bien...—La tranquilicé—. ¡Edaaaan!

El chico llegó hasta nosotros rápidamente.

—Mónica ha roto fuente—Edan me miró como si me hubiera salido una segunda nariz—. ¡Edan!—Lo llamé

—¿Rom-rompió fuente?

—¡AAAAAAH!—El grito de Mónica nos hizo saltar y el primero en reaccionar es North que llega a nosotros a la velocidad de la luz

—¡Mónica ha roto fuente!—Exclamó Sivor.

Todos llegaron a donde estábamos y nos miramos sin saber qué coño hacer.

—¡POR EL AMOR DE DIOS LA MAYORÍA AQUÍ SON PADRES! ¡LLÉVENME AL HOSPITAL!—Gritó Mónica con la cara contraída de dolor y sosteniéndose la panza.

Eso pareció hacer reaccionar a Edan que la ayudó a salir, nosotros siguiéndolos de cerca.

Las niñas estaban algo asustadas mientras casi que corríamos al primer carruaje que encontramos, Gretchen empezó a llorar y Edan le decía a Mónica que inhalara y exhalara.

Cuando llegamos a la medicatura salimos del carruaje, y una silla de ruedas fue sacada para Mónica, gracias al cielo, North había mandado un guardia a buscar al doctor de la familia. El que había atendido los partos de Gracie y Macaia.

Mónica ya estaba acostada en la camilla y abusando de nuestra autoridad todos estábamos junto a ella, pues no dejaban entrar a tantas personas, menos niños.

Las contracciones de Mónica eran dolorosas, gracias al de arriba, el doctor llegó pronto.

Todos salimos a la sala de espera y le dimos privacidad a la familia Schnuken.

Ya habían pasado dos horas y Mónica aún no entraba en labor de parto, las niñas empezaban a fastidiarse. Yo recosté mi cabeza en el hombro de Gunter.

Pasaron tres horas, cuando por fin Mónica entró en labor de parto, las niñas estaban dormidas en los brazos de sus padres y nosotros esperábamos noticias.

Mónica había decidido no saber el sexo del bebé hasta el nacimiento. Por lo que todos estábamos entusiasmados por saberlo.

—Cada vez nuestra familia se vuelve más grande—Murmuró Sivor. North asintió mientras arrullaba a Gretchen.

—Solo faltan Gunter y Everest por darme sobrinos—North me juzgó con la mirada.

—No estoy lista para ser madre, así que no gracias, prefiero ser la tía

Ellos ríen, al igual que Gunter quien besa mi sien.

En ese momento un estridente llanto llenó la sala, haciendo que todos nos callaramos. El llanto era fuerte y mi pecho se calentó sabiendo de quién se trataba.

—Ya ha nacido—Murmuró Gracie, yo asentí entusiasmada.

Pasaron unos minutos antes de que Edan saliera con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Es un niño!—Exclamó y todos -Excepto los que cargaban a las niñas dormidas- corrimos a abrazarlo y felicitarlo.

Momentos después él tuvo que regresar, y todos pudimos acercarnos al área de las incubadoras donde un pequeño tenía los ojos muy abiertos y batía sus manitas hechas puños.

Su piel era clara y sus mejillas muy sonrosadas, lo que más me llamó la atención fueron esos cabellos rojizos que a pesar de no ser tan potentes como los de Mónica, llamaban la atención.

Everest: ResurgiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora