Capítulo IX - Misión rescate

34 6 0
                                    

Ella era el equilibrio entre el
caos y la paz.
A veces tan destructiva y
a veces tan sanadora, pero
siempre suave como una brisa
que te acariciaba la piel y
te liberaba del calor.
Eso era ella.
Anyali Pérez

Everest

Joder, no había podido dormir nada, y ya me taladraba en la cabeza la jodida voz del guardia que nos custodiaba, apuesto a que deseó ser cantante en vez de soldado y ahí lo tienes cantando Roar de Katy Perry, muy profesional de su parte.

Miré a Uris quien no dejaba de gruñir cansado de escuchar al guardia.

Las puertas se abrieron mostrando a la mujer de antes, traía una sonrisa insoportable que me daban ganas de borrar con un puñetazo.

—Buenos díaaas, solecitos, ¿Cómo durmieron? —Nadie le respondió a Baroni—. Ay, pero que maleducados.

Entraron otros oficiales y empezaron a marcar números en nuestras celdas, nos pusieron esposas que sinceramente no servían de nada porque podíamos liberarnos fácilmente, pero bueno, hay que dejarlos creer que nos retienen.

Nos llevaron a una sala donde había más personas, un hombre se me quedó mirando fijamente, como si estudiara todos mis movimientos, uno de los guardias me sentó en las sillas que tenían preparadas para nosotros, lo fulminé con la mirada, invocando la poca paciencia que me queda.

Ya ellos vendrán…

—Soy Walter Smith, el secretario de la ONU—Mis ojos se abren con asombro.

Ya somos todas unas celebridades

—Preséntense—Ordenó

—Uris Vuur, Rey de Uguns, domador de fuego

—Naydak Storm, Reina de Augi, domadora de las plantas

—Mermie Miller, Reina de Klimats, domadora de los climas

—Steve Morris, Rey de Udens, domador de agua

—North Frost, Rey de Ledus, domador de fuego—El señor Smith frunció el ceño intrigado, me miró fijamente, le doy media sonrisa antes de hablar

—Everest Frost, Reina de Reyes, La Elegida y domadora de todos los poderes

El hombre tragó grueso antes de mirar a Jessica Baroni, ella asintió y frente a nosotros dejaron un expediente donde se veían imágenes de los reinos, apreté mi mandíbula.

Estos hijos de puta estaban entre nosotros.

Pasé las páginas lentamente, ocultando la furia que me corroe. Diplomacia Everest, diálogos.

Y si no, les metes un madrazo que les reinicie la vida

No sé, si eres buena o mala consciencia

Soy la mejor, eso sí.

—Así que han estado investigando—Sonrío—. Miren les diré algo, no somos una amenaza para ustedes, nos hemos mantenido ocultos porque sabemos que sería difícil aceptarnos

—No son una amenaza ahora, pero nada nos garantiza el futuro—Habla Baroni

—No hemos hecho nada en siglos, ¿Por qué lo haríamos ahora? —Les dice Quincy

—La ambición es algo que no se controla—Murmura una oficial, sus ojos pardos quedan en los míos

—Mire, ustedes no tienen nada que podamos envidiarles—Les dice Steve enterrando un dedo en la mesa de madera, la mujer lo aniquila con los ojos

Everest: ResurgiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora