Epílogo

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Ocho meses después dieron la bienvenida a Miguel, su segundo hijo. Alfonso no había dejado de compartir fotos de su familia por las redes sociales, fotos de Anahí embarazada y fotos de los dos enamorados.

Se habían mudado a la casa de Alfonso cuando las vacaciones habían terminado y habían vendido la casa de Anahí, aunque habían prometido ir mucho a visitarles. Alfonso había terminado su película, y había comenzado a grabar una nueva, pero en los estudios cerca de casa.

— ¿Cuándo va a llegar papá?
— No lo sé, cariño. Hace un rato me dijo que tenía que parar en algún sitio antes de volver a casa. Pero seguro que estará aquí pronto.
— ¿Miguel está dormido?

Anahí asintió, sonriente.

— Hola —saludó Alfonso alegre— ya he llegado.
— ¡Papá!¡Papá!

En el momento en el que Mía abrazó a su padre entre risas, Miguel comenzó a llorar con toda su fuerza. Alfonso rió, dio un beso a Anahí y desapareció para volver a aparecer minutos después, con el recién nacido en brazos.

— Deberías estar descansado, gatita.
— Alguien tenía que preparar la cena, y no me parece bien que lo haga el del cumpleaños.

Alfonso rió y la atrajo hasta su cuerpo.

— ¿Cuánto queda de cuarentena?
— Pensaba que llevabas la cuenta —rió ella, al ver que no se daba cuenta de que hoy ya podrían estar juntos.
— Y la llevo, créeme.

Besó su cuello.

— Que no me malinterprete el niño, pero nunca te había echado tanto de menos.

Anahí rió, besándole en los labios.

— ¿Que has parado a comprar?
— Sorpresa, aunque en realidad no he comprado nada.
— ¿No?¿Y entonces?

Alfonso se alejó sonriente y se encogió de hombros. Salió al coche de nuevo y llamó a todos, cuando aparecieron, sonrió más ampliamente.

— Tengo un regalo.
— ¿Para ti?
— Para todos.
— Pero es tu cumpleaños, yo...
— Ya verás.
— ¿Qué es, papá?¿Qué es?

Cuando Alfonso abrió la puerta y sacó un pequeño cachorro marrón con manchas blancas, Mía soltó un grito de alegría que hizo a su hermano llorar del susto.

— ¡Es un perrito! Mamá, mira.

Alfonso miró a Anahí que trataba de calmar al pequeño.

— Aún no tienen nombre, pero estoy seguro que algo se nos ocurrirá —guiñó un ojo— ¿verdad?
— Se parece al perro grande de la película del otro día.
— ¿Beethoven?

La niña asintió.

— Me gusta ese nombre.
— ¿Qué te parece, Annie?
— Beethoven me gusta mucho —asintió, impulsándose para calmar a Miguel.
— Ven conmigo, campeón —Dino dejando al perro junto a Mía y yendo a por su hijo— no puedes llorar así por un sustito de nada.
— Gracias —murmuró antes de besarlo.
Tres horas después, ya en la cama, Anahí abrazó a Alfonso con fuerza.

— Estoy agotada.
— Estoy a punto de terminar la película —la besó— después me tendrás solo para ti.
— Estoy deseando que llegue ese momento —lo miró sensualmente.

Alfonso la besó con pasión.

— Ah —suspiró— en serio, ¿cuánto queda?

Anahí soltó una carcajada.

— ¿Estás seguro que llevas la cuenta?
— Puede que día arriba, día abajo...
— Está mañana he ido al médico.

Alfonso la miró asustado.

— ¿Estás bien?¿Te pasa algo? —Anahí rió— ¡no te rías!
— Es que eres muy gracioso —lo besó— me ha dicho que está todo bien —se colocó sobre él con lentitud— y que puedo volver a mis actividades normales...

Se dejó caer sobre su erección, haciendo que Alfonso soltase un gemido.

— Feliz cumpleaños, mi amor —susurró, mordiendo su oreja— te amo.
— Yo también te amo, siempre lo haré.

♥️

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