ZERCÁN
Me ardía el pecho, me dolía, note como cada vez me costaba respirar más, el aire no me entraba, respire más hondamente pero casi nada de aire entraba en mi sistema, mi vista se estaba nublando, y sentía como la furia me recorría el cuerpo entero, y no podía ser sacada de mi sistema.
Todo a mi alrededor estaba nublado, solo podía recordar su cara antes de morir, sus ojos abiertos y espantados, el suelo teñido de aquel líquido carmesí, sus palabras antes de morir, él había hecho todo esto, Belial había tomado posesión de mi cuerpo y lo había matado, a mi padre.
Y encima de todo se la había llevado a ella, a Phoenix, recuerdo como reaccione cuando me lo dijo, cuando me dije lo del beso, que habían tenido.
Pero yo se que es mentira.
Me levanté del suelo dolido, y sin poder respirar bien por la rabia que albergaba mi cuerpo, cuando estuve de pie, sentí una mano posarse en mi hombro, miré hacía atrás fijándome en mi amigo, que me miraba con pena, yo mire hacia abajo observando mis manos llenas de la sangre de mi padre.
Estoy condenado
Pensé mientras una solitaria lágrima caía de mi ojo izquierdo.
PHOENIX
Me encontraba sola, en un despacho lleno de libros antiguos, curiosa me acerque a una de las estanterías color negro de un material extraño, empecé a ojear algunos libros aburrida, hacia poco había estado buscando alguna forma de salir de aquí pero era imposible.
Al no encontrar nada, me acerque a la gran mesa en el centro de la sala, empecé a mirar pero lo único que había eran, papeles, tinta, minerales y objetos extraños, aburrida me iba a ir, cuando divise un libro de cuero desgastado.
Sin nada más interesante que hacer lo tome, y lo abrí por la página trescientos veintiuno, leí un poco y me di cuenta de que era un diario, pase de página, y hubo un nombre que me llamó mucho la atención.
Alikah.
Extrañada iba a seguir leyendo pero una mano me arrebato el libro, me di la vuelta, y vi a el pelirrojo, el me miraba tan fuertemente que mis piernas temblaron por el miedo, el se fijo en eso, y tenso tanto su mandíbula que creía que se la rompería.
- ¿Qué te crees que haces aquí?. Dijo con rabia en la voz.
Yo me quede callada.
Lo escuche gruñir, y lo vi acercarse peligrosamente a mi, tiro el libro a la mesa y se siguió acercando, yo choque contra la mesa de detrás y él aprovechó para ponerse tan pegado a mí que estábamos a centímetros, yo temblé de miedo.
- ¿Porqué me temes?. Preguntó con la voz ronca, yo no le respondí.
Lo sentí cogerme y sentarme en la mesa, yo me removí inquieta y el me agarro fuertemente de las caderas.
- He dicho que porque me temes. Demando con la voz más ronca que antes.
Yo temblé, realmente este hombre me daba miedo, el se acerco a mi oído.
- Odio que me temas, quería esperar pero odio tenerte en frente mía, y que me temas, que me rechaces. Susurro en mi oído.
Para seguido susurrarme unas palabras, en un idioma raro, y yo desfallecer entre sus brazos.
-Eres mía. Me dijo con la voz ronca, mientras me embestía rudamente contra la cama.
-Dilo tú. Dijo embistiendo con más fuerza, y empezando a lamer mis pechos, que estaban más que duros.
Yo no podía hablar, lo intentaba pero solo salían gemidos de mi, lo agarre del cabello separándolo de mis senos y devorando la boca.
El me la recorrió entera con la lengua, con un vaivén electrizante, el aumento la fuerza de sus embistes, mientras yo me agarraba de su espalda, hincándole las uñas, le di la vuelta, y me puse encima, empezando a cabalgarlo con fuerza mientras él no paraba de gruñir y gemir debajo mía.
-Tuya. Le dije en un gemido.
Muchas escenas con Belial pasaron rápidamente por mi cerebro pero hubo una, en especial la última, no pasó rápidamente.
Sentía el frío colarme los huesos, era de noche y lo único que iluminaba el sitio era la hechizante luz de la luna color carmesí.
Yo estaba vestida de blanco, un vestido casi transparente lleno de sangre ,estaba en un altar, donde había gente muerta, de repente sentí un dolor agudo en el pecho y un chorro de sangre salir de mi boca, mire enfrente mía, y vi a un hombre idéntico a Zercán empuñando un cuchillo que me había clavado en el corazón, sentí como caía al suelo, y el hombre que me lo había hincado se arrodillaba llorando.
- NO, NO. Dijo ese hombre llorando frenéticamente.
Pero ya no pude ver más porque me desvanecí en la oscuridad.
Y ahí recordé, recordé quién coño era, yo era Alikah, la puta reina de los Agnoks, o ex reina porque los míos me traicionaron, y me convirtieron en un alma demoniaca, condenada a vivir reprimida en un cuerpo que no era mío, como mi amado Belial.
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¿Quién os gusta más Zercán o Belial?
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tu rechazo, será tu Propia perdicion
WerewolfY entonces escuché esas palabras que me rompieron el corazón. -yo Dylan, futuro alfa de darkblood te rechazo a ti Phoenix miller, como mi compañera destinada por la diosa luna. todos empezaron a reír y a insultarme, siempre lo habían hecho pero esta...