12. Sus latidos

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Jaehyo:

Me seco el sudor de la frente con la toalla. Ha sido apenas una hora más de práctica, pero ha sido intensa. Miro a Taeil cómo está haciendo lo mismo que yo. Se seca el sudor de la cara, la frente, el cuello… Su respiración aún es agitada. Se esfuerza mucho, pero realmente es un pato mareado y ciego en el baile, no tiene remedio. Me rio por mis pensamientos y él levanta la cara de la toalla extrañado.

-¿Te pasa algo? ¿De qué te ríes?

-De nada, de nada.- Le respondo. Cojo la chaqueta y me la pongo.- ¿Te apetece ir a comer? Sé que estas cansado...

-¡No! Vayamos a comer. Eh… estoy más hambriento que cansado.- Me responde rápido y sonriendo.

-Genial, ¿qué te apetece?

-Fideos.

-Pues vayamos a por fideos.

Él coge también su chaqueta y salimos de la sala. Entramos en el ascensor y un silencio extraño nos invade. Creo que jamás habíamos salido los dos solos… ¿Es por esto que no sabemos de qué hablar? Qué raro… Giro la cabeza y le observo a mi lado. Tiene la cabeza fija al suelo y los dedos entrelazados. Parece nervioso.

-Eh… Jaehyo…- No levanta la cabeza.

-Dime.

-Muchas gracias por ayudarme en el baile. Ayer por la noche yo… - Sí que está nervioso y se ha puesto rojo. Sonrío al verle así, es tan mono.- Ayer por la noche, cuando dijiste que me ayudarías, pensaba que lo decías por decir.- Suelta la última frase casi en un susurro.

-¡Para nada! Yo cumplo lo que digo. Y si me ofrecí en ayudarte es porque me apetece.- Le respondo pasándole una mano por el hombro. Él levanta la mirada y me dedica una amplia sonrisa.

-¿En serio?- Pregunta entusiasmado.

-¡Pues claro!- Le digo y le estrujo un poco hacia mí, riéndome, para darle más confianza.

Llegamos a la planta baja y salimos a la calle por una de las puertas traseras. Esta da a un pequeño callejón, da un poco de miedo pero es la vía más rápida hacia la calle mayor. Mientras avanzamos por este yo me pongo la capucha y veo cómo Taeil saca una máscara de su bolsillo y también se la pone. Hoy no lleva sus gafas de pasta características por lo que seguro que no lo reconocerán.

Salimos a la calle principal, esta tiene cuatro carriles en ambas direcciones.

-Dónde cogemos el bus?- Me pregunta Taeil mirando calle arriba

-¡Por aquí!- le cojo fuerte el brazo y empiezo a correr tirando de él. Empezamos a atravesar la calle mientras el semáforo para las personas cambia a rojo.

-¡No!- Oigo cómo grita intentado frenar, pero yo soy más fuerte que él y seguimos a delante. El semáforo de los coches se pone verde y nos pitan des de ambos lados. Llegamos al otro lado de la calle y seguimos corriendo hasta la parada del bus. Justo a tiempo para subirnos, tras una mujer mayor, al bus que va a nuestro barrio. Saco de mi bolsillo la tarjeta y pago por los dos. Sin soltarle el brazo, mi agarre desciende a su muñeca y avanzo por el bus hasta llegar a los asientos traseros. Dejo que se siente a la ventana. Le sonrío pero él me mira con expresión enfadada.

-¿Qué ocurre?- Pregunto confundido.

-¡¿Qué qué ocurre?! ¡Casi nos matamos!- Parece muy enfadado. No le comprendo.

-Pero venía el bus… Y pasa cada media hora.

-¡¿Y?!

-¿No tenías tanta hambre? Nos tendríamos que haber esperado mucho rato… y sabes que cerca de la compañía es mejor que no comamos.- Tras oír mi explicación relaja un poco su expresión y suelta un suspiro.

Everything becomes chaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora