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𝑮𝒂𝒎𝒂𝒏: 我慢
-¿por que lo haces?
-por que no tengo de otra
-es peligroso... lo sabes, ¿verdad?
-si, lo se
❀𝓿𝓸𝔂 𝓪 𝓮𝓼𝓽𝓪𝓻 𝓫𝓲𝓮𝓷... 𝓸 𝓮𝓼𝓸 𝓬𝓻𝓮𝓸❀
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En esta historia...
Siguió observando los resultados sin poder creérselo, está en una especie de shock y del cual no quería salir para enfrentar la realidad.
Pero, aunque no quisiera, salió de dicho transe solo para estrellarse con la cruda realidad.
¿Qué iba a hacer con su vida? ¿Como lo mantendría? ¿Cómo reaccionaría Hayato? ¿Se lo tomaría de buena manera? El no sería capaz de dejarla, ¿Verdad? ¿Qué pasaría con su trabajo y estudios? ¿Qué pasaría con kouki?
Miles de preguntas pasaban por su cabeza en segundos, y con ello también sus inseguridades, tanto que llegó al punto de entrar en Crisis.
Pero antes de que eso sucediera, sus pensamientos fueron detenidos al escuchar unos toques en la puerta.
—Dalia, ¿Estás bien? —la voz de María sonaba preocupada—llevas más de quince minutos ahí adentro.
La puerta del baño se abrió, dejando ver a una Dalia con los ojos vidriosos y el labio inferior temblando. En sus manos estaban las tres pruebas de embarazo positivas.
María, al darse cuenta, la abrazo fuertemente en un vano intento de calmar. Dalia al sentir sus brazos rodearla, estalló en lágrimas sin poder contenerse.
—shhh, todo va a estar bien—María empezó a consolarla—nos estás sola, estoy contigo—se separó de ella, con sus pulgares limpió la las lágrimas de la contraria—vamos a la sala.
Dalia se dejó guiar mientras pequeños hipos salían de su boca a causa del llanto reciente.
Una vez que llegaron la peliverde la sentó al lado de su hermano mientras que ella pedía comida a domicilio. María era un asco en la cocina y Dalia no estaba en condiciones para siquiera agarrar un cuchillo así que pedir comida era la única opción.
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—tienes que decirle, Dalia.
Después de cenar, y a acostar a kouki, las dos féminas se encontraban en la habitación de Dalia, sentadas en su cama.
—lo sé yo... Estoy asustada, no sé cómo llegué a reaccionar ¿Y sí me deja? —María se aguantó las ganas de pegarle por lo último que había dicho.
—dalia, no seas tonta. Estamos hablando de Hayato, no sería capaz de dejarte—la peliverde dio unas cuantas caricias en la espalda—en todas estas semanas pude apreciar lo mucho que te quiere y te apoya Hayato. Se que tienes miedo, pero yo estoy aquí, siempre te voy a apoyar.
Ambas se quedaron calladas nuevamente. cada una en su propio mundo, sobre todo Dalia quien analizaba su situación de sobre manera y con ella sus inseguridades.
—bien, ¿Cuándo le dirás? —preguntó María.
—creo a final de la semana, cuando se terminen los exámenes.
