💮 capítulo 2💮

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ダリア伊藤
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  Dalia se bajó del tren, saliendo rápidamente de la estación. Caminó adentrándose al distrito de Kabukicho, también conocido como el distrito rojo de Tokio. Se adentró más en el distrito rojo y llegó a su destino. Entró en el establecimiento y vio que sí estaba lleno, como su jefa le decía.

—Llegaste —su jefa se acercó—. Ve a cambiarte, los clientes se están quejando porque se demoran sus pedidos.

—Es entendible. Conmigo somos solo cinco las que tomamos los pedidos. ¿Y las demás?

—No vinieron y otras no me contestan cuando las llamo —Dalia suspiró—. No te preocupes, te voy a pagar un extra por hoy. ¿Y Kouki?

—Bien, lo dejé con Hayato —caminó al camerino a cambiarse.

Una vez cambiada, empezó a tomar órdenes, moviéndose de un lugar a otro. Muchas veces se tuvo que contener de romperle la bandeja en la cabeza a algunos hombres que intentaban pasarse de listos con ella.

—Cliente... Le pido amablemente que no me vuelva a tocar —le dijo cuando este le dio una nalgada—. No está permitido, ni siquiera a las strippers se les puede tocar, así que por favor no lo haga si no quiere que llame a seguridad —le dejó la bebida bruscamente en la mesa y se retiró, yendo a la siguiente mesa para entregar dos pedidos.

 No está permitido, ni siquiera a las strippers se les puede tocar, así que por favor no lo haga si no quiere que llame a seguridad —le dejó la bebida bruscamente en la mesa y se retiró, yendo a la siguiente mesa para entregar dos pedidos

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—Ah, por qué carajos no se van —miró el reloj que tenía en su muñeca. Ya era casi medianoche y el bar estaba más lleno que antes. No le quedó otra opción más que escribirle a Hayato que se demoraría un poco más. Envió el mensaje y dejó su celular a un lado para acariciar sus pies, le dolían por estar tanto tiempo en tacones y moviéndose de un lado para otro.

—Preciosa, un Martini seco y dos cervezas —le pidió un hombre en la mesa 5. Este estaba acompañado por otros dos hombres que miraban el baile en tubo de su compañera de trabajo.

—¡Enseguida! —le respondió dirigiéndose a la barra por las bebidas.

—¿Cansada? —le preguntó la barman cuando la vio llegar.

—Tú qué crees, un Martini seco y dos cervezas —le pidió, dejando la bandeja en la barra.

—Ok —preparó el Martini seco y llenó dos tarros grandes con cerveza—. Aguanta un poco más.

—Lo sé —puso las bebidas en su bandeja—. Me toca.

Se retiró de la barra y llegó a la mesa 5 para dejar la orden.

—Ve a cambiarte, necesitas descansar —le habló Koko, su jefa—

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—Ve a cambiarte, necesitas descansar —le habló Koko, su jefa—. El último tren salió hace cuatro horas. Te pago el taxi, ve a recoger a Kouki.

—Gracias —le hizo una reverencia en agradecimiento. Caminó al camerino y se cambió. Tenía ropa de emergencia, por seguridad la tenía. No podía salir a esas horas con el uniforme, alguien la podría reconocer y eso sería peligroso.

—El taxi está afuera esperando —le dijo Koko cuando la vio salir del camerino.

—Sí, gracias —le agradeció nuevamente antes de salir del establecimiento. Se subió al taxi dando la dirección.

Cuando llegó, se bajó del taxi y caminó cuatro cuadras hasta que llegó a una casa con la placa del apellido Kamitani escrita en ella. Cuando iba a tocar la puerta, se abrió de golpe.

—¿Eh? —una mano la jaló hacia adentro de la casa, cerrando la puerta detrás de ella—. ¿Hayato? —el mencionado la acorraló en la puerta.

El pelinegro la estuvo esperando en su cuarto y cuando vio por la ventana que un taxi se estacionaba frente a su casa, bajó rápidamente, sabiendo quién era. No esperó más y abrió la puerta antes de que ella tocara. La metió rápidamente a su casa y cerró la puerta, acorralándola en la misma. Tragó grueso cuando ella mencionó su nombre. Sin poder contenerse más, acercó su cara a la de ella, fusionándose en un beso, el cual ella correspondió.

Se separaron. Antes de abrazarse, mientras él colocaba su frente en el espacio del cuello de Dalia.

—Llegas tarde, son las tres de la mañana —habló apretando su cintura.

—Sí, lo siento. El lugar se llenó más a esta hora —le acarició la cabeza.

—Está bien. Kouki se durmió esperándote —se separó de ella. Caminaron al pasillo y después subieron a la habitación del más alto.

Cuando llegaron, él abrió la puerta y dejó que ella pasara primero. La fémina se acercó a la cama y vio a su hermano dormido, con un pequeño hilo de baba saliendo de su boca.

—Ternurita —sacó su celular y le tomó una foto. Agarró a su hermano con cuidado para no despertarlo, colocó su cabeza en su hombro para mayor comodidad—. Es momento de irnos... De nuevo... Muchas gracias, Hayato —se dirigió a él, saliendo de la habitación. Bajaron las escaleras y el de ojos ámbar la acompañó hasta la entrada de su casa, despidiéndose de ella.

 Bajaron las escaleras y el de ojos ámbar la acompañó hasta la entrada de su casa, despidiéndose de ella

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𝐆𝐀𝐌𝐀𝐍 ━━ 𝐇𝐚𝐲𝐚𝐭𝐨 𝐊𝐚𝐦𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora