Capítulo 2

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Era increíble pase la mitad de mi vida pensando que mi padre nos había abandonado, pensando que lo habíamos aburrido. No entiendo porque mi madre guardo tantos años el secreto y porque nunca me hablaba de papá.


Tuve que dejar de pensar en tratar de llegar a una respuesta porque cuando llegamos a la ambulancia, un pequeño grupo de cinco infectados nos rodeo. Mi madre dijo que teníamos que abrirnos camino para poder llegar al interior.

Comenzamos luchando espalda contra espalda, evitando que mordieran a uno por detrás. Las únicas armas que teníamos eran partes de la propia ambulancia que estaban sueltas en el suelo.


Yo los golpeaba  y los tiraba para atrás, mientras que mi madre demostraba que había estado en el ejército. Con solo pedazos de chapa, ella lograba atravesarles el careno de lado a lado. La sangre saltaba y le cubría su cuerpo, pedazos de carne salían destrozados. Uno podía escuchar cómo se desgarraban los músculos y como se quebraban los huesos.


-Vamos no te detengas, tenemos que llegar a adentro- Me decía mi madre, se notaba que estaba preocupada por mí.


-Ya falta poco- Me decía una y otra vez. Mientras yo seguía sin responder e intentaba evitar tocar a los infectados.


Logramos llegar adentro de la ambulancia, pero solo retrasamos un poco nuestra muerte. Mi madre se sentó en el asiento del conductor, yo me senté a su lado y logramos encenderla.


Nos pusimos los cinturones y empezamos a ir marcha atrás, los infectados se tiraban contra las ventanas casi inexistentes. Sus brazos pasaban entre los huecos, intentando llevarnos con ellos. Nos jalaban de la ropa y arañaban mis brazos que comenzaron a sangrar rápidamente.


 Pronto nos vimos rodeados, estaban por todas partes, en los costados y en el techo. Golpeaban la ambulancia con mucha fuerza haciendo que se tambaleara.


-Mamá, APURATE NOS VAN A VOLCAR- Le gritaba constantemente.


Por suerte pudo arrancar, nos logramos abrir paso atropellando todo lo que se cruzaba en nuestro camino. Los infectados iban cayendo contra el parabrisas manchándolo de sangre putrefacta y rajándolo.


Pronto nos quedaríamos sin vidrio que nos protegiera. Las cabezas de los infectados seguían chocando contra el parabrisas, mientras mas chocaban menos podíamos ver.


De la nada aparecieron dos infectados que al parecer llevaban más tiempo contagiados. Eran rápidos y astutos, sabían lo que estaban haciendo, podían ver que el vidrio no iba a aguantar. Sin tener tiempo a reaccionar se lanzaron contra el parabrisas, lo partieron y cayeron arriba nuestro.

InfectadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora