Capítulo 7: Encuentros y Desencuentros

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Los pequeños apenas despertaron, bajaron para tomar el desayuno. Apenas terminaron de comer, se fueron al patio de la casa, encontrándose con el abuelo, quien tomaba una taza de café.

—¡Buenos días, abuelo! —saludaron al mismo tiempo los tres niños.

—Buenos días, mis niños —sonrió el mayor, besando la frente de cada uno.

—¿Podrías continuar con la historia, por favor? —mencionó un pequeño erizo mientras se sentaba en el césped junto a sus primos.

El abuelo solo los miró con una sonrisa y comenzó a hablar:

—Bien, continuemos.

La eriza rosa, Amy, tenía alrededor de 18 años y se dirigía a su trabajo de medio tiempo en una pastelería, acompañada de una conejita color crema.

—¿Cómo ha estado tu mamá? —preguntó Amy.

—Bastante bien, señorita. Solo algo ocupada con la pastelería —respondió la menor mientras caminaba a su lado.

—Por suerte estamos para ayudarla —sonrió tranquila.

—¿Y cómo está la señora Rose? —preguntó la coneja mientras abría la puerta de la pastelería.

—Jeje, está muy bien, aún está de viaje con mi padre —dijo Amy, comenzando a colocarse su delantal.

—¿Hace cuánto se fueron? —la conejita se colocó su pequeño delantal blanco.

—La semana pasada —Amy lavó sus manos y comenzó a sacar los ingredientes para preparar algunas galletas.

—¿Qué te parece si el fin de semana salimos con las chicas? No deberías pasar tanto tiempo sola —dijo la coneja mientras lavaba sus manos.

Amy solo asintió con una sonrisa mientras hacía la masa para las galletas, y la conejita preparaba algunos pastelillos.

En otro lado de la ciudad, el erizo de 20 años, Shadow, caminaba con la chica humana de 17 años, María. Ambos caminaban en busca de un buen lugar para desayunar.

—Hey, Shad, ¿qué te parece si vamos a Heart Cupcakes? —preguntaba María mientras miraba a su mejor amigo.

—No lo sé, María, suena un sitio empalagoso... —dijo Shadow, aburrido.

—Oh, vamos, allí es donde compro las galletas que tanto te gustan —sonrió la chica, abrazando el brazo del erizo.

—¿En serio? —Shadow miró los ojos azules de su acompañante.

La rubia asintió con una sonrisa, sabiendo cuánto le gustaban las galletas de ese lugar desde que las compró por primera vez.

—Ummh, está bien, vamos allá.

Ambos caminaron hasta llegar a una tienda con colores pastel y un gran letrero que decía "Heart Cupcakes" en letras rosas y blancas.

—Sí, es empalagoso —dijo Shadow, abriendo la puerta del lugar, haciendo sonar la campana.

—Buenos días —sonrió una coneja adulta con un delantal blanco y un vestido largo—. Me llamo Vainilla, ¿en qué les puedo ayudar?

—Buenos días, ¿podrías darnos una taza de chocolate, una taza de café, un cupcake con chispas de chocolate y unas galletas de fresa, por favor? —sonrió María mientras el erizo solo se limitaba a observar alrededor.

—¡Con gusto! En unos minutos les enviaré sus pedidos —sonrió Vainilla mientras anotaba los pedidos.

—De acuerdo, gracias —ambos jóvenes se sentaron en una de las mesas cerca de la ventana.

Ambos hablaban sobre sus asuntos, mientras en la cocina ambas chicas se hacían cargo del primer pedido del día.

—Bueno, pronto estarán listos los pastelillos —dijo la joven coneja mientras revisaba los cupcakes que estaban en el horno y luego servía el chocolate con crema batida encima.

—Y las galletas ya están listas —Amy estaba sirviendo las galletas, haciendo la figura de una rosa en ellas.

—Y ya está todo listo —sonrió la coneja, teniendo todo listo en una bandeja.

—Bien, iré a entregarlo —sonrió Amy, tomando la bandeja en sus manos.

Shadow tuvo que salir un momento de la tienda para responder una llamada de su trabajo. Mientras esto pasaba, Amy llevaba el pedido a la mesa, dejando la comida frente a María.

—Muchas gracias, Amy —sonrió la rubia.

—No es nada, todo por mi clienta favorita —sonrió divertida Amy, colocando la comida en la mesa hasta dejar la bandeja vacía.

—Sabes, tengo a alguien a quien le encantan las galletas que haces —sonrió María, bebiendo el chocolate.

—Oh, ¿así que por eso las llevas tanto? ¿Y de quién se trata? —preguntó curiosa Amy.

—Es mi mejor amigo. Desde que las probó, le parecen deliciosas. Podría presentártelo ahora, pero acaba de salir.

—Jeje, sí, puede que algún día tenga el gusto de conocerlo. Bueno, continuaré trabajando, ya está entrando más gente —Amy se despidió, regresando a la cocina.

Justo cuando Amy entró a la cocina, Shadow volvió a entrar a la tienda, viendo de reojo un pelaje rosado, pero no alcanzó a verlo con exactitud y solo pensó que era su imaginación. Así que solo fue a la mesa con su amiga y comenzó a comer.

—¿Qué sucedió? —preguntó María, mientras comía su cupcake.

—Ya sabes, el trabajo —respondió cortante mientras disfrutaba de la galleta.

—¿Te irás de nuevo? —preguntó triste, terminando su comida.

—Aún no lo sé... Me llamarán si me necesitan. Solo espero que no me hagan perder el tiempo —bebió su café.

María suspiró pesadamente. Aunque fuera su amigo, sabía que no podía hacer nada para que cambiara esa actitud tan seria que tenía.

—¡El almuerzo está listo! —interrumpió la abuela llamándolos desde la cocina.

—Vamos chicos, cuando terminemos de comer, continuaremos la historia —se levantó el abuelo, con los pequeños caminando detrás de él.

—¡¿De verdad, abuelo?! —sonrió la pequeña eriza, mientras tomaba la mano del mayor.

—Prometido —aseguró el abuelo con una sonrisa.

Tears of GodsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora