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Al llegar al hogar del erizo mayor junto a sus pequeños nietos, la abuela de estos se encargaba de extenderle una toalla a cada uno ya que se habían alcanzado a mojar por la lluvia intensa, además de estar acompañada de algunos truenos que daban un sonido bastante fuerte que parecía poner nerviosos a los pequeños, pero al estar en el hogar de su abuelo y su abuela comenzaron que sentirse a salvo además de que les habían dado una pequeña taza de chocolate caliente para calentar sus pequeños cuerpos y alimentar sus estómagos con unos sándwiches.

Una vez cambiados y una llamada a sus padres para que no se preocuparan por sus hijos, encendieron la chimenea y se sentaron frente a ella mientras el erizo se sentaba en el sofá individual.

- ¿Quieren que continúe con la historia? - Les pregunta a los pequeños mientras estos eran arropados por una manta, a lo que estos responden con un si emocionados, ya que algunos detalles de la historia se les hacia familiares pero no sabían que era con exactitud aunque pronto lo sabrían al final de esta gran historia -

La batalla se intensificaba con cada segundo que pasaba, no paraba de escucharse el sonido de metal chocando entre sí y susurros formulando conjuros, el ahora erizo blanco blandía su espada contra el erizo azul, ambos tenían un aura poderosa y sabían que ninguno de los dos se retiraría hasta que sus destinos sean sellados por su contrincante.

- ¡Se suponía que tenías que obedecer mis órdenes! - Hablaba el erizo de ojos verdes mientras esquivaba la espada de su antiguo caballero -

- ¡Usted debía protejer a su pueblo y lo termino masacrando y todo porque, solo porque se creyó las palabras de algún idiota! - Ambos chocaban sus espadas sin piedad alguna, en algunos momentos de las espadas salían chispas de la fuerza y velocidad con la que se atacanban mutuamente - ¡Usted no se merecía el amor ni una pizca de afecto por parte de Nimue y tampoco el de Amy!

De parte del erizo azul cobalto solo se escuchaban gruñidos de molestia aparte de guardar un gran rencor por parte del que en algún momento había sido su más leal caballero y hasta cierto punto su amigo, por otro lado Amy mantenía a raya al erizo que había acabado con su vida y con el que se arrepentía de haber sido tan poco precavida, se sentía culpable por lo que había sucedido hace cuatrocientos años, sentía culpa de que Lancelot hubiera fallecido solo por defenderla además del amor y cariño que sentía por el erizo, le había prometido al el cuidarse, falló en su promesa, esta vez se encargaría de no defraudarlo en lo absoluto, acabaría con aquel ser que les privó de su vida además de haberlos estado atormentando desde que se reunieron nuevamente en la actualidad.

- Fuiste bastante ingenua al entregarle un poder a alguien que simplemente apareció en tu vida - El erizo hablaba en tono de burla mientras jugaba un poco con su espada pasando la punta de esta por el suelo levantando un poco la tierra -

- Si admito que fui bastante tonta en haberle otorgado tanto poder a alguien que simplemente estaba jugando conmigo - Hablaba con molestia mientras seguía con la mirada al erizo esperando el momento oportuno para atacar o defenderse - lamenté bastante el tiempo que desperdicié a tu lado, además de no haberte exterminado como debí haberlo hecho... Pero sabes una cosa, esta vez me encargaré de que no salgas del infierno de donde saliste.

En lo más recóndito del castillo un par de armaduras temblaban sobre los muñecos de maniquí en los que estaban puestos, temblaban con furia y emanaban un leve destello, un poco extraño para el pequeño elfo que se había hecho cargo de darles mantenimiento junto con algunos otros duendes, hadas y chaos que no habían logrado ser capturados por el Rey.

Tears of GodsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora