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El día del juicio para sentenciar al narcotraficante llegó más rápido de lo esperado, ni Minho ni Chan repararon en el tiempo que pasó hasta que se volvieron a encontrar en el estrado

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El día del juicio para sentenciar al narcotraficante llegó más rápido de lo esperado, ni Minho ni Chan repararon en el tiempo que pasó hasta que se volvieron a encontrar en el estrado. El Comandante daría su testimonio, incluso Minho le haría preguntas. Y a muchos de los oficiales ahí presentes, así como a otros abogados, les parecía poco moral o ético que Minho, siendo un próximo abogado, defendiese a un delincuente con tal disposición. La verdad es que la mayoría de veces, los mismos abogados eran más corruptos que el delincuente que defendían, pero tapar el sol con un dedo puede ser muy sencillo de intentar mas no lograr.

Mientras Minho hablaba, Chan no podía apartar la mirada de su menudo cuerpo y de esos labios que le gustaba besar. Se veía tan intenso exponiendo argumentos que dejaron de llamarle la atención cuando su vista recorrió las curvas de Minho. Cintura estrecha y caderas pronunciadas, piernas torneadas bajo ese ajustado pantalón de tela, y la seductora elevación de su trasero. Parecía ridícula la forma en la que su cuerpo reaccionaba sólo al verlo.

El comandante apenas reparó cuando el juicio terminó y la sentencia fue dictada. Tres años de cárcel era un chiste comparado con la cantidad de droga que ese narco vendía. Al menos según el punto de vista de Chan, la audiencia y el fiscal. El único que parecía feliz con la sentencia tan benévola era el joven abogado. Y así parecía que Minho era excelente como defensor si consiguió una pena privativa de libertad tan baja. Cuando salieron de la sala, el Fiscal y Chan se acercaron a hablar con el chico.

—Tu defensa fue brillante, Park —elogió el fiscal con cierto tono condescendiente—, aunque siempre me he preguntado porqué defiendes a los delincuentes.

Minho se encogió de hombros solamente, no queriendo responder pues conocía cuan irritante podía ser el fiscal. Igual no lo entendería, era una situación algo difícil y más personal que no planeaba compartir con un hombre de hierro como el fiscal.

—Por ello creo que será benéfico para ti que trabajes con el comandante, en la estación de policías.

Y claro, nadie se esperó aquella sugerencia algo demandante. Chan lucía tan sorprendido como el propio Minho, pero nadie objetaría, no sería muy... amable de su parte hacerlo. Además, ¿quién rechazaría trabajar con la persona que te calentaba con una simple mirada? Aunque era algo suicida.

—Espero que no le moleste, Comandante.

—En absoluto, estaré feliz de tenerlo conmigo.

Y esa frase tenía mucho doble sentido implícito.

—Me imagino que así será. Me retiro.

La pareja vio al mayor irse, dejándolos en una atmósfera que hace tiempo dejó de ser incómoda. El joven sonrió de lado y se acercó unos cuantos pasos más al policía. Chan percibió esos suaves pasos muy coquetos, encantadores e hipnotizantes.

—Así que... voy a trabajar contigo.

—Será una experiencia interesante —comentó el alto correspondiendo a la sonrisa ajena.

Pasión en la mira [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora